Tribuna Libre

Plan de movilidad de Murcia: empezar la casa por el tejado

Se dijo que el Plan de Movilidad iba a revolucionar los desplazamientos en la capital, y solo percibo una urgente improvisación de los dos gobiernos que han gestionado el arreglo de unas avenidas bien asfaltadas, que tienen los atascos y polución de siempre

Atasco en la calle Proclamación.

Atasco en la calle Proclamación. / L.O.

Roberto Barceló Vivancos

Emprender la regeneración urbana de un municipio supone una gran complejidad si se hace de modo integral, modulando los aspectos medioambientales, económicos y socioculturales, pero incrementaría el bienestar de sus habitantes en una ciudad más amable, menos contaminada, con una mínima degradación del entorno.

Pero la séptima población de España está muy lejos de otras que llevan décadas con planes integrales y algunas, como Vitoria, con Pactos Ciudadanos tras un consenso social, preámbulo de lo que ahora es ejemplo de Ciudad Verde Europea. Se ha hecho un proyecto arrebatado con muchas lagunas en su diseño y ejecución. No se contemplan las supermanzanas ni la ‘Ciudad de los 15 Minutos’, de las soluciones más eficientes para conectar al ciudadano con su hábitat inmediato.

No se ha previsto que Murcia se convertirá en una gran Área Metropolitana sobre la que, al menos, girarán otros 9 municipios más, que hoy representan casi el 50% de la población regional.

Los aparcamientos disuasorios, por definición, son gratuitos y situados en la periferia; sin embargo, la mayoría están ubicados en el centro; cobran tarifa; sin autobuses lanzaderas; con una deficiente conexión con el transporte público; carentes de arboleda y marquesinas. No llegan a 1.200 plazas los supuestamente disuasorios. Vitoria tiene más de 6.000 y la mitad de la población de Murcia. Saquen conclusiones. A casi todos ellos podríamos calificarlos de aparcamientos tácticos, necesarios, sin duda, pero no disuasorios.

Una red de autobuses insuficiente para vertebrar el municipio, con la escasa inversión en las pedanías como asignatura pendiente.

El incremento exponencial inmediato de grandes centros comerciales aumenta la polución, los atascos y se aleja del comercio de proximidad, en crisis.

No podemos demonizar radicalmente al automóvil. El transporte público que tenemos no responde a las necesidades actuales ni de futuro. Una reducción drástica de aparcamientos ORA, con parquímetros que solo admiten monedas exactas, ¿dónde está el monedero inteligente? Poco tiempo para estacionar, justificado por una mayor rotación ¿y menos contaminación? Caros, en un gran ejercicio recaudatorio.

No hay campañas de concienciación para la utilización del autobús, la bicicleta, el patinete o el uso compartido del vehículo privado. No sé si tendremos que levantar y cerrar calles y dar pasos atrás sobre lo que expongo a continuación, entre otras cosas, interpretables en cualquier caso: arterias principales de un solo carril y sentido para el coche -una ‘parabolea’-, que limitan la fluidez del tráfico; calles sin carga y descarga; algunas aceras excesivamente anchas, no aprovechadas; contenedores de residuos no soterrados; mucha dificultad para cambiar a una perpendicular, con riesgo de accidente; carriles bici sin continuidad; talado dudoso de árboles (¿tendremos nuevos parques y jardines?); marquesinas inteligentes sin instalar, y sin diseño y presupuesto para la prolongación del tranvía.

Se compran y circulan más patinetes que bicicletas. Los traumatólogos señalan el incremento alarmante de accidentes por caídas de patinetes y de bicicletas con vehículos en cruces de calles. Total carencia de señales regulatorias. ¿Quién conoce la Oficina de la Bicicleta que apenas cuenta con recursos y personal? No hay estudios que hayan valorado todas estas situaciones, como otras, y tampoco actuaciones sobre ello.

Se dijo que el Plan de Movilidad iba a revolucionar los desplazamientos en la capital, y solo percibo una urgente improvisación de los dos gobiernos que han gestionado el arreglo de unas avenidas bien asfaltadas, que tienen los atascos y polución de siempre, donde parte importante del tráfico revienta por calles y callejuelas dadas las limitaciones de las arterias principales, ya que los vehículos siguen siendo los mismos.

La política no es posible sin la ciudadanía. Pero esta debe actuar más allá de un puente: lo que se proyecte para el municipio es responsabilidad de todos y por igual nos afecta. No debemos atomizarnos en nuestro barrio, hay que pensar en global y tomar conciencia de que el término municipal, íntegro, requiere de un crecimiento progresivo y planificado a largo plazo, donde la verdadera revolución se encuentra en el proceso participativo y consensuado de cuantos intereses son confluyentes.

¡Qué sabio sería un regidor si escuchara, antes de emprender un proyecto, todas las opiniones! ¡Sin exclusiones!

De hacer una casa empezaría por los cimientos, pero yo no soy arquitecto, y seguro que me equivocaría si arrancara con una fuerte red radial de autobuses, incluidas todas las pedanías y pensando en el área metropolitana que vendrá; con lanzaderas desde verdaderos aparcamientos disuasorios para conectar el centro; desarrollando las supermanzanas y la ‘Ciudad de los 15 Minutos’. Después de esto, pondría la bandera, como se hace, en el alto de un edificio, una vez levantada la estructura básica. A partir de ahí seguiría diseñando las arterias, venas, arteriolas y vénulas. Y esto alcanza a muchos años más allá de la miopía de una legislatura política. Pero yo no soy ingeniero, ni médico, sino un ciudadano.

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