Opinión | El prisma

¿Tiene sentido la inversión para que Murcia sea sede del Mundial? / Viva (la política de) la farfolla

Hay que reconocerles –a los prebostes actuales, digo– su gran generosidad, porque saben que los laureles y alabanzas de cosas como la del Mundial 2030 serán para sus sucesores en los cargos. Eso sí, vista la preeminencia de la política de farfolla en las urnas, serán del mismo partido del actual, que gobierna ya 29 años

Foto de archivo del estadio Nueva Condomina.

Foto de archivo del estadio Nueva Condomina. / Juan Caballero

Con el equipo histórico de la ciudad de Murcia en tercera división –por mucho que la llamen Primera Federación– y las subvenciones municipales a los deportes de base recién suspendidas, se pone de manifiesto una vez más la coherencia de la política presupuestaria municipal y autonómica aspirando a ser sede del Mundial de Fútbol 2030 por el módico precio de 80 millones de inversión, que a ver de dónde salen.

Afortunadamente, Consistorio murciano y Administración autonómica concordaron enseguida. Después de que un ínclito concejal de Murcia señalara la necesidad de que el Gobierno del Estado ayude para juntar ese puñado de milloncejos, el jueves fue Marcos Ortuño, consejero de Presidencia (y portavoz de López Miras), quien clamó ante las alcachofas que sin financiación del Ejecutivo (sanchista) de Madrid no hay nada que hacer.

Con ese liviano soplo, desaparecieron las discrepancias de La Glorieta y San Esteban sobre la financiación de Murcia-Sede del Mundial 2030: es el Gobierno de Madrid el que debería apechar con el asunto, para mayor gloria de los apoltronados en la casa consistorial y en el palacio contiguo a la desacralizada iglesia. Nunca mejor dicho estaría lo de unos cardan la lana y otros tienen la fama.

A todo esto y como es bien sabido, las arcas públicas municipales y regionales están no ya boyantes, sino lo siguiente: sobra dinero para escuelas y guarderías públicas; mejoran a ojos vista la Atención Primaria, las ayudas a dependientes y los servicios sociales; la eficiencia del transporte público es casi japonesa; la extensión del tranvía a El Carmen y El Palmar es para mañana... Y, por supuesto, mejora a pasos agigantados la calidad del aire que se respira en la Región. Por no hablar del fluidísimo tráfico que, en apenas un año, el actual equipo gobernante ha convertido en nota distintiva del casco urbano capitalino.

Incluso mejor sabido es que los problemas se deben única y exclusivamente al injusto sistema de financiación autonómica, aunque las cuentas vayan mejorando, con gran esfuerzo y sacrificio de nuestros prebostes, gracias a la excelente gestión municipal y autonómica, capaz de sacar euros de debajo de las piedras para mayor bienestar de los ciudadanos.

Hitos de esa levitación general debida a la mejoría general del bienestar fueron, por ejemplo, los 800.000 de vellón del gran árbol de Navidad en la Redonda; o los 400.000 para que cuatro enchufados de la Policía Local paseen a caballo de vez en cuando: cada vez que los munícipes estiman que los équidos contribuyen a realzar un acto. Por no hablar de cuantísimas futuras realizaciones aparecidas en los medios en presente de indicativo, como si ya estuvieran realizadas y en funcionamiento cuando no pasan de meros proyectos, como lo del Mundial 2030.

Desde luego, hay que reconocer que esa política a futuro funciona perfectamente. Por eso se plantea la gran inversión de 80 millones de euros para 2030 con supuestos grandes beneficios para toda la Región. Algún malintencionado de los de siempre se pregunta qué será de la ciudad hasta entonces. Da igual, se autorresponde. De lo que se trata es de anunciar proyectos ‘emblemáticos’, ‘míticos’, ‘históricos’ de más que dudosa realización (véanse las hemerotecas). Lo que prima en esta política es la farfolla (consúltese la acepción 2 del término en el DRAE). Y, de paso, enlodazar al Gobierno de Madrid, si es del PSOE.

Hay que reconocerles –a los prebostes actuales, digo– su gran generosidad, porque saben que los laureles y alabanzas de cosas como la del Mundial 2030 serán para sus sucesores en los cargos. Eso sí, vista la preeminencia de la política de farfolla en las urnas, serán del mismo partido del actual, que gobierna ya 29 años. Es decir, como buenos ciudadanos, se desvelan por el futuro de sus hijos. Políticos, claro. El resto, a seguir aplaudiendo. Y fuerte, que falta hace que se oiga.

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