Opinión | Pasado de rosca

Tengo una carta para ti

La oposición de la derecha ha sido despiadada y orientada al hombre más que a su acción política. Con esto han visto que sus ataques han hecho mella en el resiliente Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su esposa María Begoña Gómez, en una imagen de archivo.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su esposa María Begoña Gómez, en una imagen de archivo. / EFE / Chema Moya

Estamos viviendo una situación anómala. El presidente del Gobierno ha escrito una carta a la ciudadanía en la que notifica que ha abierto un periodo de reflexión, que finaliza mañana, a cuyo término decidirá si permanece o no al frente del Ejecutivo. Conviene dirigir la mirada a la luna en lugar de, como hace el imbécil, fijarse en el dedo que la señala. Por eso, antes de descalificar el gesto y tildarlo, en involuntario oxímoron, de artera maniobra maquiavélica para afianzarse en el poder a la vez que de pataleta infantil, vale la pena detenerse para analizar. La carta de Pedro Sánchez muestra sobre todo el rumbo que está tomando la política en España. Su eco en el extranjero hace que estemos cotizando a la baja en calidad democrática en los foros internacionales.

En primer lugar, creo que estamos asistiendo a un desplazamiento de la crítica política hacia la crítica moral. Los calificativos vertidos sobre la figura de Pedro Sánchez —’mentiroso compulsivo’, ‘traidor’, ‘narcisista’, etcétera— son en su mayoría de índole moral. Ese desplazamiento obviamente apunta a un intento de convertir en odiosa e indeseable la persona del presidente y, por consiguiente, busca sobre todo provocar una respuesta emocional contra su persona. Pero lo más relevante es que esa reacción, antes que una crítica de lo que su figura política representa, desplaza la atención hacia su persona —un indeseable— en lugar de dirigirse hacia lo que verdaderamente importa de un político, es decir, su acción pública. Una muestra clara de ese desplazamiento a lo moral es la rueda de prensa convocada por la diputada del PP, Esther Muñoz, que descalificaba el entorno familiar de Pedro Sánchez —mujer, padre, suegro y hermano— aludiendo, por ejemplo, a ciertos establecimientos supuestamente propiedad del suegro del presidente, afirmando: «Todos sabemos a qué tipo de saunas nos referimos». Una insinuación que tiene el rancio tufo franquista de cuando aludía al ‘mariconeo vicioso’.

La situación puede retrotraernos a la vivida con Adolfo Suárez cuando presentó su dimisión en medio de grandes turbulencias que culminaron con el golpe de Estado del 23-F durante la investidura de su sucesor, Leopoldo Calvo-Sotelo. Estamos hoy, afortunadamente, muy lejos de una situación como la del golpe de Tejero, pero es innegable que la crispación sin precedentes que en los últimos meses se ha vivido en el Parlamento y en los medios de comunicación ha ido minando el clima de serenidad que se requeriría en el debate político, tanto si Sánchez va a dimitir el lunes como si decide continuar. Porque, sin duda, el presidente está tocado. Su última intervención parlamentaria así lo puso de manifiesto y sobre todo el contenido de la carta en la que notifica la suspensión de su agenda hasta el lunes 29. Y cuando los lobos huelen la sangre, desencadenan su ataque mortal. La oposición de la derecha ha sido despiadada y orientada al hombre más que a su acción política. Con esto han visto que sus ataques finalmente han hecho mella en el resiliente Sánchez. Está claro, pues, cuál es el camino a seguir: hurgar en la herida que supura hasta que el dolor sea insoportable. En esa labor de demolición todo vale, hasta una denuncia contra la esposa de Sánchez, parece que con dudoso fundamento, presentada por la embarrada Manos Limpias y avalada por un medio de comunicación especializado en la difusión de bulos y medias verdades. ¿Quién ha dicho ‘lawfare’?

No es tampoco el momento de hacer cábalas acerca de quién puede suceder a un líder tan carismático como Sánchez. Eso solo puede plantearse tras su dimisión, si se produce. Sin embargo, no cabe duda de que estamos ante una encrucijada y que incluso en este devaluado debate político español nada va a ser como antes de la ya famosa carta de Sánchez.

Suscríbete para seguir leyendo