Opinión | Crónicas de Titiriturcia

Políticos cofrades

Les aseguro que no hay mucha diferencia entre las elecciones para una presidencia cofrade que unas municipales por la alcaldía de Murcia

Foto de archivo de la procesión del Santísimo Cristo de la Caridad.

Foto de archivo de la procesión del Santísimo Cristo de la Caridad. / Francisco Peñaranda

Cada día entiendo menos la situación que nos está tocando vivir, la política interviene en cualquier actividad y los políticos pretenden apoderarse de todo, de hecho lo están consiguiendo.

La Semana Santa es el escenario perfecto para exhibirse y comprar voluntades a bajo precio. En Murcia hay una docena larga de cofradías que movilizan un contingente entorno a los cuarenta mil afiliados, un foro perfecto para vender cualquier cosa, y, como no podía ser de otra manera, los políticos murcianos no iban a perder la oportunidad de hacer campaña en un contexto idóneo para creer en milagros, la democracia española sería uno y no pequeño.

Durante muchos años hemos visto a nuestros políticos, especialmente a los del PP, vestirse de todos los colores de la gama nazarena; presidentes, alcaldes y concejales cargando pasos, o aparentándolo, preferentemente de los titulares de cada cofradía, y por supuesto colocados en la punta vara de la parte delantera, para que se les vea bien y la gente crea que son como ellos, gente normal, trabajadora y, sobre todo, cercana; si tu cara les suena, te saludarán, pudiendo incluso llegar a darte un caramelo. Todo sea por los votantes, perdón, quería decir por los votos.

Desde que Ballesta metió los pies en el ayuntamiento no se pierde ningún evento relacionado con la Semana de Pasión, acompañado por sus acólitos favoritos, Diego Avilés y Jesús Pacheco, y un destacamento de pelotas y figurantes. Han convertido en un acto de afirmación política ceremonias tan respetables como el besapié del Cristo del Perdón, con el beneplácito y la enorme satisfacción del presidente de la Cofradía, Diego Avilés (padre), eufórico y feliz de ver a su hijo tan bien colocado, aunque la Iglesia de San Antolín parezca un mitin del Partido Popular la mañana de Lunes Santo.

Por la tarde, de nuevo, una nutrida representación política cerrará la procesión dejando constancia de su ‘compromiso’ con los ciudadanos, al menos con los aficionados a los desfiles procesionales.

Durante los últimos años, muchas de las cofradías murcianas, capitaneadas por el Cabildo Superior, han copiado los modelos de promoción utilizados por los partidos políticos en sus campañas. Los presidentes de las mismas, auténticos profesionales con lustros en el cargo algunos, han optado por dar visibilidad a sus logros, y como si de auténticos políticos se tratara, no dejan de inventarse argumentos para potenciar su gestión: sacan los santos a la calle en cualquier época y con cualquier pretexto, organizan congresos y jornadas de convivencia, se inventan premios y homenajes continuamente, celebran misas, ceremonias de todo tipo, comidas y cenas en buenos restaurantes, editan carteles, revistas y flyers publicitarios... El caso es estar todo el año haciendo ruido para que cuando lleguen las próximas elecciones revalidar tan codiciados puestos en el organigrama de las cofradías.

Otra de las más valoradas actividades de los políticos cofrades es la promoción de nuevos pasos, que serán construidos y financiados por un sistema de cooperativas en la que los nuevos estantes serán socios, además de nazarenos. Hace muchos años se produjo un caso muy peculiar en un conocido paso que fue financiado por un empresario en el que salían sus hijos como cabos de andas, y muchos de sus amigos como estantes. Parece ser que hubo una bronca bastante fuerte entre unos y otros, y, como consecuencia, el dueño del paso, ni corto ni perezoso, decidió llevárselo a su casa y que no saliera en la procesión. La cosa se puso tan fea que tuvo que mediar el obispo para poner paz y que las aguas volvieran a su cauce. Al final el trono volvió a la iglesia y desfiló con el resto de los pasos.

Desde entonces cualquier nueva incorporación debe ser donada a la Iglesia Católica, tanto la titularidad como la propiedad de la misma.

El problema de los nuevos pasos es la calidad de algunos de ellos, si los promotores no tienen la cultura y formación necesaria para escoger el motivo y el artista que lo llevará a cabo, puede resultar algo terrible, más cerca de una falla que de un misterio de la Pasión, sin tener en cuenta que si se continúa ampliando el número de pasos, algunas procesiones resultarán insoportables por su duración, teniendo que llegar a Beniaján para que el recorrido permita desfilar a todos los tercios.

En realidad, todo esto es un contrasentido. Mientras que cada vez hay menos vocaciones, son menos los católicos practicantes, y las iglesias están vacías hasta los domingos, las cofradías aumentan sus afiliados constantemente, convirtiéndose en estamentos con una gran influencia social. El problema es que a veces es difícil diferenciarlas de un partido político o una peña huertana, todo es cuestión de matices, pero les aseguro que no hay mucha diferencia entre las elecciones para una presidencia cofrade que unas municipales por la alcaldía de Murcia.

La Iglesia Católica debería replantearse seriamente su marketing y aprender mucho de los políticos y de los cofrades, todo es cuestión de política.

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