Opinión | Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down

Victor Martínez López

El desafío de ser únicos y capaces

Todas las personas, independientemente de sus capacidades, merecen tener la oportunidad de contribuir a la sociedad. Negarles esta oportunidad es perpetuar la discriminación y la exclusión, lo cual va en contra de la igualdad y la dignidad humana

Asociación para Personas con Síndrome de Down de Murcia (Assido)

Asociación para Personas con Síndrome de Down de Murcia (Assido)

Hoy es un día importante para todas las personas que formamos parte de la gran familia de la discapacidad intelectual. Y casi con toda seguridad me atrevería a decir que también usted, que lee este artículo, tiene a alguien cercano, bien sea por vínculos familiares, vecinales o de amistad, para el que la jornada de hoy tiene un significado especial. Y es que hoy conmemoramos el Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down, instituido desde 2011 por Naciones Unidas cada 21 de marzo, día 21 del mes tres, en un bonito juego conceptual que remite a la trisomía 21, una alteración genética por la que una persona tiene tres copias del cromosoma 21 en lugar de las dos copias habituales, en todas las células. Se trata de una mutación bastante frecuente del par 21, que en condiciones naturales afecta aproximadamente a una de cada 700 personas en cualquier población humana. Creo que no digo nada nuevo al recordar que las personas con síndrome de Down, a lo largo de nuestra historia, han sido estigmatizadas y arrinconadas socialmente. En la mayoría de los casos, en el seno de sus familias se les quería y se les trataba con cariño y sobreprotección, pero extramuros de sus casas tenían poco que esperar, y se les condenaba al ostracismo, o eran objeto de burla o indiferencia. Afortunadamente, los tiempos han ido cambiando, y con ellos también se ha dado una evolución muy importante de nuestra sociedad. 

En el día de hoy, las personas con síndrome de Down tienen una serie de expectativas crecientes en cuanto a su inclusión educativa, laboral y social, así como en lo que respecta a su participación activa y a su aportación en la política, la cultura y las artes. Es un reto para todos nosotros, familias, administraciones y empresas, estar a la altura de estas expectativas.

Este año, los distintos lemas del Día Mundial de las Personas con Síndrome de Down hacen especial hincapié en el acceso al trabajo. No es una cuestión menor: la inclusión laboral es un tema crucial en nuestra sociedad contemporánea. En un mundo que valora la diversidad y la igualdad de oportunidades, es fundamental reconocer y apoyar a aquellos que se encuentran con dificultades adicionales en el ámbito laboral; esto es lo que sucede precisamente con las personas con síndrome de Down, quienes, a pesar de sus habilidades y talentos, se enfrentan a numerosas barreras para llegar a obtener un empleo. 

Apostar por la inclusión laboral de personas con síndrome de Down no solo es un imperativo moral, sino también una decisión inteligente desde el punto de vista social y económico. Por lo que supone como factor de cohesión social, y por lo que estas personas aportan en términos de productividad y valor añadido a los centros de trabajo en los que se integran.

Todas las personas, independientemente de sus capacidades, merecen tener la oportunidad de participar y contribuir a la sociedad. Negarles esta oportunidad es perpetuar la discriminación y la exclusión, lo cual va en contra de los valores fundamentales de igualdad y dignidad humana. Así lo entiende el artículo 27 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas, suscrita por España, que dice: «Los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con discapacidad a trabajar, en igualdad de condiciones con las demás; ello incluye el derecho a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un entorno laborales que sean abiertos, inclusivos y accesibles a las personas con discapacidad».

Pero, por si fuera poco, la experiencia nos dice, de forma inequívoca, que la inclusión laboral de personas con síndrome de Down también conlleva numerosos beneficios sociales. La diversidad en el lugar de trabajo no solo promueve la tolerancia y el respeto mutuo, sino que también estimula la creatividad, la innovación y la resolución de problemas.

Asimismo, la inclusión laboral de personas con síndrome de Down contribuye a la construcción de una sociedad más inclusiva y solidaria. No solo fortalece su autoestima y confianza en sí mismas, sino que también cambia la percepción de la sociedad sobre sus capacidades y potencial.

Además, numerosos estudios han demostrado que la contratación de personas con discapacidad, incluidas aquellas con síndrome de Down, tiene de hecho un impacto positivo en la productividad y rentabilidad de una empresa, pues se trata de personas altamente motivadas, leales y comprometidas con su trabajo, lo que puede traducirse en un mejor desempeño laboral y una mayor satisfacción del cliente, además de un estímulo para el resto de la plantilla.

Por otro lado, la inclusión laboral de personas con síndrome de Down también puede tener un impacto positivo en la economía en general. Al proporcionar oportunidades de empleo a un segmento de la población que históricamente ha enfrentado altísimas tasas de desempleo y subempleo, se fomenta el crecimiento económico inclusivo y sostenible. 

Desde Assido creemos que ha llegado la hora de reconocer y valorar el potencial de todas las personas, independientemente de sus capacidades, y trabajar juntos para construir un mundo más inclusivo y equitativo para todos. Es nuestro turno, como sociedad, de estar a la altura.

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