Crónicas de Titirimurcia

Poco pan y mucho circo

Mientras el populacho esté entretenido con las horteradas lumínico-musicales, nadie será consciente de la mierda de vida a la que nos someten estos personajes que sustituyen la palabra 'mandar' por 'responsabilidad de gobernar'

Encendido del árbol de Navidad más grande de España, en Cantabria, de 65 metros y 24.000 luces

Encendido del árbol de Navidad más grande de España, en Cantabria, de 65 metros y 24.000 luces / Pedro Puente Hoyos / Efe

Antonio López

Antonio López

Deben pensar que somos idiotas, durante estas Navidades todos hemos podido ver en nuestras televisiones cómo los políticos competían por demostrar quién lo tiene más largo, el árbol de Navidad, se entiende.

Durante unos cuantos años, Abel Caballero, alcalde de Vigo, fue el ganador indiscutible en decoración e iluminación navideña, incluso basaba su campaña electoral en tan banal acontecimiento, y lo jodido es que le funcionaba. Hasta tal punto llegó la cosa que una gran cantidad de alcaldes de este país le copiaron el invento y este año la pugna por tenerla más grande, la Navidad, se entiende, ha sido brutal, según los últimos datos.

Un pueblo de Cantabria, Torreón de Cartes, ha sido el ganador con 65 metros, dejando en segundo lugar a Granada con 57 metros, y Vigo en tercera posición, con 40,5 metros.

La gente es muy infeliz, les montas una verbena y se les olvida que llevan tres meses comiendo patatas, los precios de todo lo realmente importante han subido de manera inmoral e inexplicable. La ternera, el pescado y el jamón ya hay generaciones que ni los conocen, las únicas verduras que come el populacho son los trocitos de aceitunas que lleva la mortadela cutre que fabrican para los pobres, pero no hay problema, mientras estén entretenidos con las horteradas lumínico-musicales, los papanoeles de guardarropía y las cabalgatas con renos de cartón y anuncios de El Corte Inglés, nadie será consciente de la mierda de vida a la que nos someten estos personajes que han sustituido la palabra «mandar» por «responsabilidad de gobernar», y así nos va.

Uno de los miles de informes del Ministerio de Consumo que se encargan a costa del erario público, decía que solo un 5% de la población española come jamón ibérico, otro informe posterior manifestaba que los españoles consumían un kilo y medio del mismo jamón al año, ¡qué disparate!, si la media sale en kilo y medio por barba, ¿cuántos kilos se come al año cada uno de los ricos del 5%? Sobre pescado fresco apenas llega al 3%, y la carne de vacuno casi es historia, con un consumo de un 2%.

La opción de los congelados es la única posible para más del 90% de la población, pero no crean que hablo de merluza ni calamares, me refiero al panga, la tilapia y una cosa dura y elástica que le dicen «potón», que nos recuerda vagamente a aquellos calamares de los bocadillos madrileños y que está más duro que los pies de Cristo.

Este año los langostinos congelados y la palometa ahumada van a brillar por su ausencia en las mesas de Nochebuena de la gente corriente; según la Oficina del Consumidor, el menú más habitual para las celebraciones navideñas estará compuesto por huevos fritos en aceite de girasol, patatas cocidas con alioli, chóped asado al horno y vino de tetrabrik, eso sí, después de cenar, las familias podrán ir a cantar villancicos alrededor de los fantásticos árboles erigidos por cortesía de los políticos de cada localidad, para regocijo y disfrute del populacho.

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