Dos veces breve

Cosas que entiendo y las que no

Pedro de Silva

Entiendo que González y Guerra, otra vez cabalgando juntos, empiecen a ver en Sánchez las orejas del lobo, pues el nombre que el feroz cánido lleva grabado desde hace tiempo en la frente es ‘postfelipismo’. Comparto la queja por la innecesaria expulsión de Nicolás Redondo Terreros, de quien nadie sabía mucho, salvo algunos comentarios, y ahora es todo un mártir de alguna causa. No entiendo, en cambio, la queja de Guerra por la jubilación precoz de los socialistas ‘mayores’, pues eso tiene arreglo: preséntese a unas primarias, que ahora las hay, no como en su tiempo. Tengo respeto antiguo por Guerra, cuyo frecuente sentido del Estado no impedía que para la derecha fuera antes el mismísimo diablo. Pero no puedo dejar de lamentar que últimamente envuelva sus palabras en una cursilería tan pringosa que le deja a uno pegado a su inanidad. ¡Caramba, le salía mejor cuando hablaba en maldades!

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