Lo veo así

La mística de la justicia

La justicia no debe de escandalizar con sus veredictos porque, sin ser juez ni fiscal, el ser humano es un ser pensante, capaz de analizar ciertas cosas, aunque no sea un especialista en ellas

Mujeres participan en una movilización contra la violencia hacia la infancia.

Mujeres participan en una movilización contra la violencia hacia la infancia. / LA OPINIÓN

Pity Alarcón

Pity Alarcón

Aunque en los últimos tiempos parece haberse extraviado, un tanto, la ‘mística’ de la justicia (para mi gusto, demasiados jueces y fiscales ‘estrella’), perdiendo a borbotones esa parte de misterio que le rodeaba (demasiado ruido alrededor), yo continúo creyendo en ella. Continúo pensando, como los intelectuales de aquella Grecia que tantos filósofos legó a la civilización y que definían la justicia como «aquel principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde». Y quiero pensar que esto ocurre así, lo que pasa es que, en los últimos tiempos, voy de sobresalto en sobresalto con algunas de sus resoluciones, con el tiempo que se toman para dictar sentencias y con el contenido de algunas de ellas, que, simplemente, escandalizan.

Siempre pensé que cuanto menos ruido haya alrededor de la justicia, mejor. Y me parecen muy contraproducentes los fallos que despiertan la incomprensión de los ciudadanos, porque estos son incapaces (somos incapaces) de procesar ciertas resoluciones. No, la justicia no debe de escandalizar con sus veredictos, porque sin ser juez ni fiscal, el ser humano es un ser pensante, capaz de analizar ciertas cosas, aunque no sea un especialista en ellas. Y observa, y piensa, y, algunas veces, duda de la razón de algunas sentencias difíciles de comprender, como la resolución que comentamos hoy. Una sentencia judicial hecha pública ahora, que nos habla de que en el año 2018 un hombre de 20 años abusó sexualmente de una prima suya de solamente cinco años de edad (han leído bien, cinco años). Pero ahora es cuando se ha llegado al juicio, cuando el individuo tiene 25 años y la víctima 10. Y el caso está meridianamente claro, porque este ser detestable ha reconocido su delito y «depositado 6.000 euros» en concepto de indemnización. Asimismo, solamente seis mil euros por abusar de una niña de cinco años, porque la Audiencia Provincial de Murcia lo ha condenado a dos años de prisión, pero al no tener antecedentes, no pisará la cárcel, entre otras cosas, explica la resolución (y este es el gran problema de la justicia en España y en Murcia), porque la investigación de la causa se dilató en el tiempo y al tardar tanto en salir la vista, a la hora de dictar condena, ahora se aplica la atenuante de dilaciones indebidas, como marca la ley, para añadir que en este caso concreto también están las atenuantes de confesión tardía y de reparación del daño (por la indemnización). Es decir, este ‘daño causado’ se arregla con 6.000 euros y se pone de rositas en la calle para que continúe haciendo lo mismo. Le ha salido tan barato que estará riéndose a mandíbula batiente.

Y de las posibles secuelas en la niña ni hablamos. Es cierto que todos los niños tienen su propia personalidad pero, al parecer, hasta los seis años (es evidente que no termina su desarrollo a esta edad, pero es el caso que nos ocupa) el desarrollo del cerebro también puede estar muy influenciado por factores externos, porque las cosas que les ocurren en esos primeros años permanecen arraigadas en el cerebro (esto lo dicen los expertos). Y no hay que ser psicóloga para entenderlo así.

Desconocemos si esta niña está siendo tratada por un, o una, profesional, que espero que sí. Desconozco si los padres han aceptado de buen grado esa mísera indemnización (hay gente para todo), pero nadie nos puede convencer de que esa niña no está traumatizada y que no padece ese choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente: «El trastorno de estrés postraumático es una enfermedad de salud mental desencadenada por una situación aterradora, ya sea que la hayas experimentado o presenciado. Los síntomas pueden incluir reviviscencias, pesadillas y angustia grave, así como pensamientos incontrolables sobre la situación».

Y todo se saldó con 6.000 euros.

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