Noticias del Antropoceno

La espiral descendente de la economía española

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

No lo dice la oposición de derechas, sino el Banco Europeo de Inversiones, ahora presidido por nada menos que Nadia Calviño, la antigua ministra de Economía de los Gobiernos de Sánchez: en España falta inversión empresarial, y su intensidad va a menos cada año. 

Y no solamente se trata dela inversión extranjera, que desconfía de un Gobierno que convierte el Estado de Derecho en papel mojado cuando conviene a alguna de las partes que soportan su coalición Frankenstein. Es, sobre todo, que las empresas españolas no invierten lo suficiente. Y sin inversión, no aumenta la productividad, y sin aumento de la productividad disminuye nuestra competitividad, y todo eso confluye en la disminución de la riqueza y el consiguiente empobrecimiento de la población en general. El fenómeno es especialmente acuciante en las pequeñas empresas. Las grandes, casi todas representadas en el Íbex 35, tienen que invertir sin más bemoles porque compiten en los mercados internacionales, muy exigentes en ese aspecto. Pero hablamos de más del 80% del tejido empresarial de nuestro país.

A pesar del tópico establecido de que «en España se vive bien», paralelo al de «son pobres pero son felices», en realidad, la economía española se va descolgando en cuanto a prosperidad material año a año de los países de su área económica y del conjunto de los países desarrollados. Los españoles que cotizan, soportan en sus costillas a casi diez millones de pensionistas (9,17 para ser exactos) con una de las mayores esperanzas de vida del planeta, tres millones de parados con los subsidios más generosos de cualquier país, y tres millones de funcionarios cuya falta de recursos tecnológicos condena al conjunto del sistema a una fuerte ineficiencia, empezando por la administración judicial.

Para soportar tamaño peso muerto, las cotizaciones sociales de los trabajadores tienen que ser disparatadas en relación con sus ingresos, igual que el impuesto sobre la renta paralelo y redundante en el que se han convertido las cotizaciones de los autónomos. Esos costes laborales, unidos a la espada de Damocles de las brutales indemnizaciones por despido, hacen que las empresas se resistan a crecer mediante contrataciones y no ganen dinero. Y si no ganan dinero, no invierten, y si no invierten no hay aumento de productividad. Y si no aumenta la productividad, ya sabemos. Es una espiral de la que parece no podremos librarnos.

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