Crónicas de Titirimurcia

Europeos de mierda

Los que sí hicieron un negocio redondo fueron los partidos, enviando el excedente de políticos al Parlamento Europeo, donde no hacen nada, pero tampoco estorban, pero lo que nos cuesta mantener a cada uno de esos personajes es una inmoralidad, un sueldo mensual entre 10.000 y 12.000 euros

L.O.

L.O.

Antonio López

Antonio López

El día que decidieron hacernos europeos nos la metieron pero bien. El día que Felipe González firmaba el acta de adhesión sabía muy bien lo que estaba haciendo, y, como tantas otras cosas que llevó a cabo este señor, nos jodió la vida a los españoles, y con la excusa de apañar nuestro futuro, el único que apañó fue el suyo y el de algunos de sus compadres.

Supuestamente, Europa se creó para que un grupo de países se unieran, y actuando como un estado único, en igualdad de derechos y condiciones, tuviesen la fuerza suficiente para competir con los bloques americanos, soviéticos y asiáticos.

El 1 de enero de 1986 entramos como miembros de pleno derecho, y a partir de ese momento empezó nuestra condena. La primera medida fue crear un impuesto especial que nos colaron con el pretexto de sufragar los gastos que surgirían con la nueva adhesión, el impuesto fue el IVA, que comenzó al 6% y actualmente está en el 21%. La segunda gran medida fue la reducción de la productividad en casi todos los sectores de la economía española, muy especialmente en la agricultura y la ganadería, ¿recuerdan los subsidios por matar a nuestras vacas y por no cultivar determinados productos agrícolas para no competir con los de otros países europeos? Pues eso, hubo ingenuos que pensaron que aquello era un chupe. Hoy tenemos muy claro el chupe que era. Con una agricultura deficitaria, y una ganadería aún más, mientras que Europa permite la importación de Estados no miembros de casi todo lo que producimos nosotros y se pudre en nuestros campos sin clientes para comprarlo, por si fuera poco, asaltan nuestros camiones en las fronteras, fronteras que supuestamente no existen, y nuestros vecinos franceses, nuestros socios comunitarios, les pegan fuego y agreden a los conductores.

Mientras tanto, en Europa se compran naranjas, hortalizas, aceite y otras muchas cosas a Marruecos, Argelia, Israel, además de concederles ayudas y subvenciones, ¿cómo lo ven?, las constantes visitas de Pedro Sánchez a Marruecos tienen mucho que ver con esto.

De cuantas servidumbres hemos prestado por pertenecer a Europa, indudablemente, la que más nos ha perjudicado fue la adopción del euro como moneda única en sustitución de la peseta, en 2002. La consecuencia inmediata fue la devaluación de nuestro poder adquisitivo por el incremento de los precios en general con el euro, mientras que salarios y pensiones se mantenían en las mismas cotas que cuando existía la peseta. Desde el día en que la nueva moneda comenzó a circular los españoles fuimos mucho más pobres y así seguimos hasta la fecha.

Los que sí hicieron un negocio redondo fueron los partidos, enviando el excedente de políticos al Parlamento Europeo, donde no hacen nada, pero tampoco estorban, pero lo que nos cuesta mantener a cada uno de esos personajes es una inmoralidad, un sueldo mensual entre 10 y 12.000 euros, un secretario personal permanente, alojamiento en Bruselas todo el año, bien en un apartamento o un hotel de cuatro estrellas, desplazamientos en primera clase, dietas de alimentación de alto standing, más gastos imprevistos, vamos, una ganga. Los 59 eurodiputados españoles le cuestan al contribuyente una fortuna, un gasto absurdo e injustificado si tenemos en cuenta lo que aportan al país con su presencia en una institución que solo sirve para crear nuevos impuestos, restricciones a los estados miembros y la creación de leyes que limitan las libertades de los ciudadanos. Nos están llevando hacia un futuro insostenible, además de las diferencias que se establecen entre los distintos países, creando europeos de primera y de segunda clase, un ejemplo muy claro lo tenemos en las cuotas que pagan los autónomos españoles por ejercer su trabajo, mientras que en la mitad de Estados europeos están exentos de dicho impuesto.

En resumidas cuentas, no podemos vender lo que producimos, nos queman los camiones, nos aplican límites en la producción y en la exportación mientras permiten la entrada de productos de Estados que no son miembros, subvencionan la productividad en países que son competidores directos de España, nos exigen unas condiciones económicas para la convergencia europea insostenibles, nos imponen el precio del dinero, los intereses bancarios y leyes en cualquier ámbito social y político, además de las aportaciones multimillonarias por pertenecer al club europeo, sin olvidar el precio de los sillones de nuestros políticos en tan selecta e inútil organización.

¿Hasta cuándo?

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