Las fuerzas del mal

Chiste

Siempre ha habido mucho heterosexual al que le gusta dar por culo

Sofía Vergara en El Hormiguero

Sofía Vergara en El Hormiguero

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Menos mal que no escribo los artículos hasta bien entrada la tarde del viernes. A Enrique, mi tocayo, que los recibe, le hace regular de gracia. Le mando un WhatsApp diciéndole que en cinco minutos lo tengo y siempre al filo de la hora, pero es que, en ese intento por mantenerme pegado a lo relevante, cuando me parece que lo tengo ya todo cuadrado, pasa algo que lo desbarata.

Yo les iba a hablar del primer ministro francés, que resulta que es gay. Y les iba a decir que eso, en realidad, estaba bien lo justo. Que un hombre de derechas es gay, como lo ha habido toda la vida. Ahora disfrutan de esa visibilidad, porque hay peña que se ha roto la cara, literalmente, para que los señores, también los de derechas, transiten con dignidad por las alfombras del poder, sin necesidad de ser activista, incluso poniendo en Asuntos Exteriores a un ex. Y está bien que así sea, es una de las cosas por las que se está luchando, ya que significa que hay muchos que transitan por la vida con mucha más tranquilidad, pero tampoco nos pongamos estupendos, porque, al hilo de la muerte de Arévalo, todavía hay, también, gente que dice que ya no se pueden contar chistes ni de mariquitas, ni de gangosos, ni de tartamudos, ni de enanos sin que la gente se moleste. Hemos perdido el humor.

Les voy a desvelar un secreto no tan secreto. Siempre ha habido alguien que se ha ofendido, pero lo que pasa es que ha habido un proceso en el que han descubierto que antes callaban aunque les jodiera, y ahora no callan y prefieren reventar el chiste antes que tragarlo, porque, en palabras de mi sabia madre, ante unos que no dejaban reírse de otro porque, casado y con hijos, tenía algo de pluma, sentenció que «siempre ha habido mucho heterosexual al que le gusta dar por culo». No se ha perdido ningún derecho, si acaso la convención social de que todos tienen que reírse con los chistes, si los cuenta un hombre, y no por eso se rompe el espíritu de la sacrosanta Transición.

Y en eso andaba hasta que se me jodió el Perú, porque no pude adivinar cómo Sofía Vergara, sin hacer ningún chascarrillo penoso sobre enanos pelirrojos, destrozaba a Pablo Motos en El hormiguero cuando él intentaba hacer un chiste sobre la pronunciación en inglés de la colombiana, preguntándole que cuantas nominaciones al Emmy tenía Motos. Todo esto con la máxima elegancia y sin llamarle piltrafilla. Motos se puso a retirar como loco videos en redes sociales de la masacre, precisamente el mismo Motos que se quejaba de que ya no se podían hacer chistes de nada. Quizás ahora comprenda, por fin, al verse copando titulares en medios internacionales, que la risa va por barrios, y cuando toca en el tuyo, no hace tanta gracia ¿quién podría adivinarlo? Ni ahora ni en la Transición.

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