El número cuatro

Una vez oí que los hijos nos enseñan… Nos hacen mejorar, madurar

Mónica López Abellán

Mónica López Abellán

Contigo me he estrenado en todo. Me estrené con aquel primer parto, ausente de dolor, pero lento y agónico, porque te resistías a salir. Querías seguir dentro. Tan dentro de mí que casi fuésemos uno, como hasta entonces habíamos acostumbrado. Y aún hoy, cuando te acurrucas en mi costado para dormir, mientras me pellizcas y jugueteas con el lóbulo de mi oreja, siento esa querencia tuya a acercarte tanto, como si quisieras fundirte conmigo. Y así me has mimado todo este tiempo, siendo yo quien sufre el tormento de la separación cuando no estás a mi lado.

Me estrené siendo una madre llena de miedos e inseguridades, pero hoy soy más fuerte. Acompañarte en tu crecimiento ha supuesto el mayor reto de mi vida, pero verte hacerlo también ha sido una sorpresa constante en la que trato de seguir deleitándome cada día.

Naciste con los ojos completamente abiertos -esos profundos ojos azules tuyos- y todavía hoy, que cumples 4 años, no los has cerrado por miedo a perderte algo

Tu constante interés y asombro por las cosas nos ha enseñado tanto a nosotros, tus padres, como a ti. Hemos fijado la mirada en cosas que hasta ahora nos pasaban inadvertidas. Tú pones el acento en todo. Tu entusiasmo hace extraordinario lo más ordinario y cotidiano.

Tu voz jaleosa y tu hablar alborotado rellena el silencio de cualquier rincón del laberinto de casa que habitamos. Siempre contento, siempre bailando y cantando. Por nuestro salón han desfilado los más variopintos personajes de fábula por ti encarnados. Eres regocijo y contento de quien te trata a diario.

Tu dulzura, que en cualquier otro pudiera resultar empalagosa, riega cada uno de tus actos y te convierte en un niño especialmente sensible, para lo bueno y para lo malo. Sufres con tanta intensidad que a los demás nos puede parecer exagerado. Te perturba el llanto ajeno y yo me derrito al ver como caen tus lágrimas cuando alguna vez me has visto llorando. 

Eres un niño bueno, de corazón noble y empático.

Una vez oí que los hijos nos enseñan… Nos hacen mejorar, madurar. Y hoy, que celebramos cuatro años de tu venida al mundo, así lo corroboro. Tú y tu hermana hacéis mejor no solo nuestro mundo, sino el mundo que habitamos. 

Gracias vida, gracias hijo. Felicidades: siempre hacia delante.

Suscríbete para seguir leyendo