De vuelta

Las dos enfermedades y media de la democracia española

El PP será capaz de fracasar en la investidura, pero no podrá rescindir el contrato que el psoe le ha hecho firmar: pactar con Vox es antinatura y todo eso

Santiago Delgado

Santiago Delgado

La primera es el rapto por la ultraizquierda del psoe. La segunda, la demonización de Vox, que ha inficionado hasta el mismísimo PP. La media, la toma de las calles, liberados mediante. Por la primera, se acaba el periodo que se inició en Valencia, cuando Felipe dijo aquello de «¡hay que dejar de ser marxistas, para poder seguir siendo socialistas!». Hasta tuvo que dimitir para que le entendieran. Aquel paso fue lo que ansiaba la sociedad española para iniciar una alternancia en el poder de las dos ideologías centradas, que dio a España las décadas más prósperas y felices de toda la Historia. Ahora, sin congreso que legitime el cambio de ideología, por mor de una ambición personal sin límites, el psoe se ha deslizado hacia la ultraizquierda que, de seguir sus propias directrices, acabará -si puede- con la España que conocemos, desintegrándola y desnaturalizándola, en aras de un quimérico autodenominado progresismo que tiene como más preclaro fin la continuidad de sus dirigentes para siempre en el poder. El psoe ha involucionado. La era Willy Brandt se ha terminado. Puede venir la era Bolívar. Ésa es la perspectiva que espera ganar. Y, desde luego, por medios legales no lo va a lograr, encuestas dicen.

La segunda enfermedad es el anatema a formar coaliciones o alianzas con Vox. La izquierda ha lanzado con notorio, aunque aún no total, éxito, la afirmación de que Vox es Franco. Y si gana estas elecciones, propondrá su ilegalización, en la que la ETA hibernada de Otegi será elemento fundamental para conseguirlo. «Yo sí puedo aliarme con la ultraizquierda instituida, pero tú, PP, de ninguna manera puedes hacer lo mismo con Vox». O sea, victoria segura, si se me obedece. Mis alianzas son legítimas, las tuyas, herejía, anatema e interdicción moral y social. El PP ya no puede deshacerse de esa compra que ha hecho de la demonización de Vox. Será capaz de fracasar en la investidura, pero no podrá rescindir el contrato que el psoe le ha hecho firmar: pactar con Vox es antinatura y todo eso. O se libera el PP de esa mordaza, o Bolívar llega.

Con estas dos enfermedades internas, mal camino tiene España. Si no se curan, habrá que ir llamando Expaña a lo que quede, tras la liquidación de la Constitución pasito a pasito. 

Y el bolivarismo, siempre gobernado por los mismos, en el patio de nuestra casa. Pero habrá, si pierde la ultraizquierda, un tercer factor: la calle incendiada, en cuanto que las derogaciones o disposiciones ministeriales no agraden al sanedrín ultraizquierdista. Ojalá este media enfermedad se presente, será señal de que la ultraizquierda ha perdido la batalla.

El doctor es el pueblo español. El día 23, diagnóstico y terapia.

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