Opinión | Nos queda la palabra

Nada que celebrar

La sociedad tirando, los voluntarios ayudando sobre el terreno, y la administración poniendo los medios en educación, empleo, vivienda, salud, medio ambiente y convivencia

EFE

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Uno de cada tres murcianos está en riesgo de pobreza y exclusión social. En cifras absolutas, más de 470.000 personas, según las cifras dadas a conocer esta semana en el acto del XX Aniversario de la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia (EAPN-RM). Asociación que forman 43 ONG.

Los malditos pobres salen de vez en cuando a la palestra. Antes completamente olvidados, les da ahora por ser protagonistas de películas, baladas y, hasta dónde vamos a llegar, noticias fuera de las tradicionales campañas solidarias navideñas.

Bien está que formaran parte del paisaje de la dictadura franquista, donde, al fin y al cabo, se camuflaban en la triste España que destrozó Franco. Por ello, es inaudito que, para los desmemoriados, se asomen por nuestras calles y plazas. En otros países no se permite, comentaba un senderista al que le ves venir desde kilómetros en una ruta que ya nunca volveré a compartir con él. Un exabrupto que acompañó con una crítica a organizaciones tan peligrosas y malignas como Cáritas o Cruz Roja.

Con estos personajes y con otros que se autonombran guía y voz de todos los españoles, capaz de abrir la puerta a pactos con otras monitoras italianas herederas de partidos fascistas, son con los que hay que lidiar para, según bien anhela la presidenta de EAPN-RM, diseñar y poner en marcha una estrategia regional de lucha contra la pobreza. La sociedad tirando, los voluntarios ayudando sobre el terreno, y la administración poniendo los medios en educación, empleo, vivienda, salud, medio ambiente y convivencia.

Digamos, implementar a nivel regional la también (o mejor tan mal) perseguida Agenda 2030. Un acuerdo de 193 países de Naciones Unidas cuya prioridad es erradicar la pobreza extrema, el hambre y la desigualdad. Un pacto que, efectivamente, quieren convertir en papel mojado los generadores de odio, aquellos que eliminarían de un plumazo a los que se quedan atrás o no comulgan con sus ideas.

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