Opinión | La Feliz Gobernación

Pablo Iglesias copia el Yiyi de Murcia

Pablo Iglesias abre un bar en el popular barrio madrileño de Lavapiés

Pablo Iglesias abre un bar en el popular barrio madrileño de Lavapiés

Pablo Iglesias ha abierto en Madrid un Yiyi de izquierdas. Un bar que es, por lo que hemos leído, una secuela del que en Murcia regentó Antonio Contreras, ya fallecido, en la zona del hospital Virgen de la Vega. El Yiyi servía inmejorables paellas y otros cocinados, vinos y copas de irresistible degustación, pero para acceder a tamaños manjares y néctares era preciso soportar un decorado de extremado barroquismo en el que se exhibía una interminable museología de piezas procedentes de la arqueología franquista, incluida la imaginería posterior al deceso, como los botijos que exhibían los cojones del teniente coronal Tejero y otros sucedáneos. 

En el Yiyi confluían demócratas de toda la vida que excusaban su presencia por la oferta gastronómica, algo así como quienes compraban el PlayBoy por el interés de sus artículos, junto a los nostálgicos del Régimen, satisfechos de disponer de un reducto en el que poder hacer recuento del número de supervivientes, más los amantes del kitch o de lo friki, que acudían a regodearse de que lo que antes era ortodoxia institucional hubiera devenido en feria.

El cliente habitual del Yiyi, fijo sin discontinuidad, diariamente acodado en la barra exterior a la hora del aperitivo, fue Carlos Valcárcel, padre del entonces presidente de la Comunidad a quien denominaba «mi hijo político», cronista de la capital e icono del local, quien allí practicaba a su decir el deporte de levantamiento de vidrio en barra fija. 

El Yiyi era un museo de lo que quedaba del franquismo, sus fetiches iconográficos convertidos en etiquetas de botellas, frases enmarcadas del doctrinario nacionalcatolicista y folclorismo rojigualda, todo ello como fondo de una feliz comandita gastronómica en la que se sucedían los guiños de complicidad entre los nostálgicos y la guasa indisimulada de los oteadores de la decadencia. En el fondo, un espacio de convivencia, más practicable que lo que hoy en día reproduce el Congreso de los Diputados.

Pablo Iglesias ha recreado en Madrid el Yiyi murciano a la inversa. Ojalá las tapas de jamón sean tan buenas. 

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