Opinión | La Feliz Gobernación

Murcia mundial

El Mundial de 2030 tendrá seis sedes nacionales, entre ellas España, y dentro de ésta incontables escenarios, siendo Murcia uno los sugeridos

Vista aérea de Nueva Condomina.

Vista aérea de Nueva Condomina. / Francisco Peñaranda Saura

Nos gusta el fútbol. Pero no tanto como para perder la cabeza. El Mundial de 2030 tendrá seis sedes nacionales, entre ellas España, y dentro de ésta incontables escenarios, siendo Murcia uno los sugeridos. Para esto la capital de la Región tendrá que invertir setenta millones de euros en infraestructuras, aunque todo el mundo sabe que acabarían sumando cien o más.

¿Murcia, una de las sedes españolas del Mundial? ¡Qué gran oportunidad! Contra esta idea fuerza todo el que se oponga pasará a ser un majadero. Aparecerán estudios que datarán hasta el céntimo los beneficios económicos que el acontecimiento reportaría más los relativos a la imagen, que ya sabemos que son incuantificables. Y esto porque se celebrarán aquí uno o dos partidos de alguna fase de clasificación y se verá en el mundo entero a través de televisión el estadio intercambiable de Nueva Condomina.

El Ayuntamiento no se opone, porque oponerse al fútbol es un suicidio político, pero pide la colaboración a medias de la Comunidad. Estás quemado, dijo la sartén al cazo. Ni el Ayuntamiento ni la Comunidad disponen precisamente de presupuestos libres de obligaciones, pero además surgen voces desde, por ejemplo, Cartagena, que valoran de escasa equidad una inversión tan importante para un solo municipio. Las infraestructuras quedan, pero ¿para qué? ¿Para otro futuro Mundial? ¿No habíamos quedado en que Nueva Condomina era ya, cuando se construyó, un estadio adaptado perfectamente para competiciones internacionales?

Las ciudades llevan su rumbo, el que decide el proyecto de sus respectivos gobiernos. Gusta más o gusta menos, siempre con errores, dilaciones y dificultades. Y, de pronto, aparecen este tipo de señuelos irresistibles gestionados por personajes corruptos, que suelen ser flor de un día y apartan la atención general de los problemas reales. Pero ¿quién dice que no? Nadie, aunque todos compartan la necesidad de hacerlo.

Suscríbete para seguir leyendo