Horizonte de sucesos

Literatura, bacterias y hombres mono

Pedro Pujante

Pedro Pujante

No es nuevo el conflicto dialéctico entre civilización y barbarie, sobre todo a partir de la famosa obra de Sarmiento: Facundo. En el primero de los ensayos recogidos en Tecnología y barbarie, Michel Nieva retoma este debate y con originalidad lo enlaza con lo cyberpunk, las distopías y lo tecnológico. Nieva conecta al indígena con la tecnología (por ser también nómada) y hermana el origen de la literatura argentina con la literatura cyberpunk, ya que ambas contemplan el proceso tecnológico como degradación de la vida; expresan sus geografías en forma de distopías (la pampa es una suerte de desierto postapocalíptico); y presentan personajes que encarnan la otredad: gauchos, indios o androides. Por supuesto, de Sarmiento y Mansilla (primer autor argentino en mencionar la cibernética) la línea de esta constelación de protoliteraturas cyberpunk habrá de pasar por Roberto Arlt y por las ‘maquinitas’ borgeanas, entendiendo el aleph como un aparato que actúa como frontera, como elemento de fricción. La literatura argentina, entiende Nieva, es la modulación del problema de la tecnología como cruce entre civilización y barbarie.

En otro de los ensayos realiza el autor una aproximación a la literatura argentina a través de viajeros que no se desplazan, viajeros bartlebyanos en reposo que describen paisajes que no conocen, tan solo de un modo virtual. Una forma de dar a conocer a los bárbaros, a los otros. Porque en lo otro, como sugiere Nieva desde un enfoque postcolonial, se halla el origen de las ficciones extrañas. Véase Kafka y sus monstruos, o Poe y su hombre gorila asesino. En este sentido, los indígenas son lo otro, y no en pocas ocasiones han sido vistos como subhombres, como monos, visión que no hace sino enfatizar el discurso político y cultural de una nación que busca reafirmarse y autoconstruirse una imagen. Ilustra Nieva el ensayo con interesantes ejemplos de zoos humanos o estudios dictaminados bajo un fortísimo sesgo de confirmación racial. Casos en los que se ha estigmatizado al indígena, rebajándolo a portador del Mal, enfermedad mental o simplemente a una categoría zoológica inferior. Hasta el punto de asimilar al indígena con un parásito «que contagia el espacio argentino». Son muchos los relatos de corte científico que se mencionan en estas páginas sobre encuentros entre científicos y bacterias parlantes, encuentros que metaforizan, nuevamente, el choque, la fricción entre la barbarie y la tecnología, asunto central de este ensayo.

En los siguientes textos, Nieva acerca el mundo de las bacterias y lo biológico al arte. Arte transgénico, con obras como la de Eduardo Kac, quien tradujo una frase al morse para después encriptarla en el ADN que inoculó en bacterias. O la hibridación de conejos y medusas fluorescentes. Maniobras que, además de su aportación estética o artística, sirven para alertar y criticar la monopolización de los saberes atesorados por ciertas empresas biotecnológicas. Este arte también se ha extendido al campo de la literatura: poemas codificados en el genoma de una bacteria que habrían de sobrevivir a la especie humana.

Son los últimos ensayos los que me parecen más arriesgados. Están dedicados a la biteratura, la literatura de procedencia no humana. Una literatura que ya fue descrita por Lem y que tendría su origen en 1983 con The policeman’s beard is half constructed, novela escrita por un ordenador. Nieva realiza un interesante recorrido por la historia de la biteratura, desde los creadores griegos de autómatas hasta la actual IA, pasando por pioneras de la informática como Ada Lovelace. Al final, Nieva dedica un ensayo en el que analiza las razones que casusaron la epidemia de la covid-19 y algunos de sus vínculos con el capitalismo.

Nieva, con rigor pero sin caer en hermetismos académicos, nos entrega un ensayo lúcido y entretenido, repleto de ideas interesantes que arrojan luz sobre la literatura, nuestra sociedad y la relación que hemos establecido con la tecnología. Un ensayo que se puede leer como una narración de ciencia ficción, como una máquina que genera ideas sobre un presente que cada vez se parece más a una novela de Philip K. Dick.

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