Murcia D. F.

El PSOE, ¿un amante tóxico?

Las injerencias de la dirección regional del PSOE han pasado factura en el grupo municipal del Ayuntamiento de Murcia, que ha sumado una nueva dimisión con la marcha de Enrique Lorca

Enrique Lorca, en el Ayuntamiento de Murcia.

Enrique Lorca, en el Ayuntamiento de Murcia. / Juan Carlos Caval

Lola García

Lola García

No levantan cabeza. Y no por las dimisiones que se han producido en su seno desde las elecciones municipales de 2023. El PSOE lleva enfermo desde hace mucho tiempo en el ámbito municipal y solo hay que echar la vista atrás para comprender que han ido cuesta abajo y sin frenos desde que el popular Miguel Ángel Cámara se hiciera con la alcaldía de Murcia. Nada más y nada menos que casi treinta años.

Las renuncias de los últimos meses son más de lo mismo y para hacer un análisis adecuado de ellas hay que hablar de la ejecutiva regional de los socialistas y de las injerencias que hay en el seno del grupo del PSOE en el Ayuntamiento de Murcia. La misma receta una y otra vez sin que se plantee un liderazgo local a medio largo plazo sustentado por un proyecto con vistas al futuro, no al hoy, no al ahora.

Después de Pedro Guerrero, que fue el cabeza de cartel que se midió con Cámara en la primera legislatura, llegó José Salvador Fuentes Zorita, que repitió como candidato socialista en el Ayuntamiento de Murcia, pero en 2004 se marchó a la Confederación Hidrográfica del Segura, dejando el puesto de portavoz a José Manuel Abellán, que no fue el candidato para la siguiente cita electoral.

En esas elecciones, allá por el 2007, la candidata fue María José Alarcón, que ni siquiera llegó a terminar el mandato, ya que dimitió dejando la portavocía a Alfonso Navarro, que tampoco luego fue cabeza de cartel. Llegado el 2011, el cabeza de cartel al Ayuntamiento fue Pedro López, que tuvo bastantes enfrentamientos con la dirección regional del PSRM-PSOE, que lo dejó en la estacada y no le permitió volver a presentarse, por lo que tuvo que regresar a los cuarteles de invierno.

En ese punto, a quince días de las elecciones, el que era entonces secretario general del PSOE, Rafael González Tovar, tuvo que buscar un candidato exprés para la lista municipal. Lo encontró en José Ignacio Gras, que se prestó a hacerle a los socialistas el favor de su vida, un hecho que nadie le agradecería y terminaría también dimitiendo en 2017 por las injerencias del regional. Un ejemplo: Tovar y José Ballesta, alcalde también ese esa época, se reunieron en secreto para ‘pastelear’ los presupuestos municipales puenteando al portavoz socialista del momento.

Demostró tener más dignidad que algunos de los políticos de su tiempo y que algún que otro personaje actual que, por la puerta de atrás, tuercen voluntades y manipulan. Como portavoz se quedó en el grupo municipal, tras la dimisión de Gras, Susana Hernández, que después de hacer ese trabajo no fue la candidata. Llegó entonces el momento de José Antonio Serrano en 2019 y a mitad de mandato fue entronizado como alcalde por una moción de censura a tres bandas: PSOE, Cs y Podemos.

Serrano sí repitió en 2023 como candidato, pero unos meses después de su batacazo electoral terminó dimitiendo en noviembre pasado, quedándose de portavoz Enrique Lorca, que acaba de renunciar también a su acta de concejal. Un trasiego de nombres e ideas durante lustros, que han provocado que el PSOE sea un partido cambiante que no tiene en mente generar un proyecto ilusionante a largo plazo para recuperar la alcaldía de la capital.

Una de las razones de tantas idas y venidas se debe a la tutela de la dirección regional cuyo comportamiento, a veces, se parece al de un amante tóxico, ese que intenta dominarte desde la sombra, sin dar la cara en público, pero poco a poco te acaba asfixiando, absorbiendo, agotando y estresando. En el caso de Serrano se ha visto claro en distintas decisiones que tomó a lo largo de su breve alcaldía, influenciado por esa corriente tóxica que ha pesado mucho en la decisión adoptada por Enrique Lorca, un político con más carácter que el exalcalde y que incluso estaba viendo afectada su vida personal. Que se sepa han sido varios los encontronazos de Lorca con el actual líder del PSRM-PSOE, José Vélez, y su séquito (algunos integrantes del lobby de El Raal). Los dos más sonados tienen que ver con la tragedia de Atalayas y el culebrón del tranvía.

Los del regional no vieron con buenos ojos que los socialistas salieran de la mano con los populares dos días después del incendio de Teatre y Fonda para explicar cómo estaba la situación de los locales incendiados (hubo 13 víctimas en Fonda). Fue la primera desavenencia seria, que se vio agravada cuando el PSOE municipal decidió hablar del tranvía y de los 32 millones prometidos por el Gobierno central, que el actual Gobierno del PP no había reclamado.

Vélez y su equipo hicieron llegar el mensaje a Lorca de que no habían hecho las cosas bien, lo que provocó incluso que el portavoz municipal no fuera al acto socialista de La Coruña, a donde se desplazó una amplia representación de la Región. Las aguas ya estaban revueltas en el grupo municipal, en el que se tomaron decisiones por parte de Lorca que no gustaron al regional, como prescindir de una trabajadora representante del lobby de El Raal. Tanta osadía de los municipales no podía quedar impune. Suma y sigue. Por nadie pase.

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