Opinión | Con otros ojos

La crisis en blanco y negro

Las imágenes de la Asamblea Regional en llamas siguen resultando sobrecogedoras treinta años después. El hecho de que las fotografías conservadas en el archivo estén en blanco y negro añade dramatismo a un acontecimiento que reflejaba de una forma tan absurda como desmesurada los efectos de una crisis que chocaba contra las expectativas de progreso que había traído la democracia. Parecía que la historia había empezado a escribirse en color y que la integración de España en Europa iba a hacer realidad todas las aspiraciones de desarrollo.

Sin embargo, mientras que Sevilla se disponía a estrenar el primer AVE para su Exposición Universal y Cataluña preparaba los Juegos Olímpicos de 1992, Cartagena asistía al desmantelamiento de su industria tradicional y a la desaparición de empresas emblemáticas como Peñarroya y Enfersa, que habían dado empleo cualificado a varias generaciones.     

Pero la protesta laboral que acabó con el incendio del Parlamento autonómico también había recorrido durante meses las calles de Murcia, porque los trabajadores de las empresas de Cartagena condenadas al cierre o abocadas a la reconversión se unían también a los empleados de la fábrica de la pólvora de Santa Bárbara, entonces en proceso de privatización, y a los de Valeo (antes Fraymon). 

La plantilla de Santa Bárbara se encargaba de llevar la pólvora en aquellas manifestaciones que hacían retumbar con sus truenos el palacio de San Esteban.       

Toda la industria regional sufría en aquel momento los zarpazos de la deslocalización, la privatización de las empresas públicas y la picaresca en la gestión de las privadas. La globalización había comenzado, pero aún no se sabía que las fábricas estaban condenadas a emigrar. También cerró la minería y dejó a la Administración la tarea de limpiar los residuos que aún permanecen en la sierra de La Unión o en Portmán. Después vino la crisis de 2008 y se olvidó la anterior.