Opinión | Nos queda la palabra

Danke

Si Alemania, motor de Europa, se la juega, es fácil imaginar cómo afectará a las empresas españolas el avance del odio

Gracias. No es un secreto que nuestras empresas anhelan, desde siempre, acercarse a la productividad e idiosincrasia de sus homólogas alemanas. Por ello, aunque lo estén haciendo de hurtadillas, ya me los veo redactando un comunicado similar al que han lanzado 30 grandes y medianas compañías germanas frente al odio, racismo e intolerancia. Contra, en resumen, la ultraderecha.

Desde el Banco de Santander y resto del IBEX hasta las empresas de tomates de Mazarrón se encuentran perfilando una rueda de prensa para defender el proyecto europeo frente al extremismo, bajo el lema «Defendemos los valores».

No lo digan muy alto, pero sí. Queda por dilucidar quién cogerá el micrófono en la rueda de prensa conjunta para exclamar, como lo hizo el consejero delegado de Siemens: «Los extremistas y racistas están dividiendo a nuestra sociedad, dividiendo a nuestro país y poniendo en peligro nuestra prosperidad». «Queremos más diversidad, más apertura y más tolerancia», expresó en representación de las empresas que han decidido hacer realidad su compromiso social.

«Vivimos con una responsabilidad histórica», dijo el responsable del Deutsche Bahn, que recordó la participación de la empresa de ferrocarriles alemanes en el asesinato masivo de personas durante la época nazi, por lo que «ahora es el momento de defender los valores universales y no subordinarlo todo al éxito económico».

No me digan que no es para morir de envidia. O para llorar cuando expresan que «lo único necesario para que triunfe el mal es que la gente buena no haga nada», que no vaya a votar a las próximas elecciones europeas por el desprestigio interesado de la política que se hace desde la ultraderecha.

Desde este rincón del sureste, ofrecemos a los grandes empresarios comprometidos múltiples escenarios. Al aire libre o bajo invernadero. En una universidad pública o católica. Sería milagroso, aunque no nos importa que, dado el caso, la declaración se hiciera desde la Puerta del Sol.

Si Alemania, motor de Europa, se la juega, es fácil imaginar cómo afectará a las empresas españolas el avance del odio. 

¡Vamos!

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