Opinión | La balanza inmóvil

Entró, entró

Para tonta la cara que se le va a quedar al huido cuando se dé cuenta de que a él también lo han engañado con esta ley

L.O.

L.O.

¿Recuerdan a Juan José Castillo retransmitiendo los partidos de tenis, cuya frase preferida era la de «entró, entró», refiriéndose a la bola que botaba dentro de la pista? Pues ahora no se trata de tenis, sino de otro deporte, como es decir lo contrario de lo que antes se dijo. Entró, entró la ley de amnistía en el Congreso, tras una negociación donde solamente una de las partes exige y la otra obedece. Eso sí, con una finalidad tan loable y solidaria como seguir al frente de un agradecido y no menos obediente Consejo de Ministros. ‘Alea jacta est’ o no, ya veremos. Entretanto, he decidido aparcar el derecho al pataleo e imitar al presidente, poniéndome una piel de elefante, como suelen hacer, además de él, la gente experta de la tercera edad y los niños, para que todo les resbale, evitando que las malas noticias calen penetrando por los poros de la piel y te haga mala sangre. Los acontecimientos, presentes, futuros, y por supuesto los pasados, eran impensables incluso para aquellos que ahora celebran el éxito de haber cedido en todo a un prófugo de la justicia. Terrorismo, malversación, corrupción y hasta traición a la patria (372 delincuentes amnistiables) son delitos que merecen ser perdonados con tal de mantenerse unos años más en el poder. Todo con la excusa de reconciliar a los españoles, cuando es justo lo contrario. Antes de las elecciones, nada de amnistía, porque era inconstitucional, después, como se necesitan los votos del huido, ya lo es. Por si fuera poco, este y los suyos votan en contra de esa ley, porque quieren más. Los gobernantes dicen que no la tocaran jamás porque es perfecta. Sin embargo, la semana pasada la modifican. Eso dicen que es congruencia pacificadora. 

La razón siempre es la misma, que las circunstancias han cambiado. Y es verdad, ahora necesitan al requisitoriado. Dame pan y dime tonto. Pero para tonta la cara que se le va a quedar al huido -actualmente está acusado de terrorismo, malversación y desobediencia- cuando se dé cuenta de que a él también lo han engañado con esta ley. Si alguien es capaz de engañar a sus votantes, ¿cómo no lo va a hacer con los que no le votan? Se dará cuenta que no va a poder volver a Cataluña con honores de triunfador romano volviendo de la guerra. Las cuestiones prejudiciales ante el Tribunal Europeo -que suele tardar 17 meses en resolver- y las cuestiones de inconstitucionalidad, que empezarán a plantear los jueces españoles ante el Tribunal Constitucional, lo impedirán.

No obstante, la oscuridad y falta de trasparencia con que se han llevado las cesiones pueden aún presentar nuevas perspectivas. Entre ellas, la exigencia -porque así lo han dicho repetidamente, que la amnistía era solo el comienzo- de un referéndum unilateral de autodeterminación. Capaz es el Gobierno de considerarlo también constitucional, y si no lo hace, se revolverá el fugado al sentirse defraudado, y se liará. Condenados comenzarán a pedir también beneficiarse de la amnistía, porque considerarán que una estafa, por ejemplo, no es más grave que los delitos perdonados.

Qué tiempos más indecisos. Por eso he decidido esperar acontecimientos, aprovechando el tiempo en aprender dos cosas que tengo pendientes. Una, escribir wasaps con los dedos pulgares, en lugar de lo poco juvenil de usar el dedo índice de la mano derecha. La otra, aprender a hacer preguntas profundas y decisivas, como las que hace la presentadora de La isla de las tentaciones a los participantes, que tras ver como su pareja se acuesta, con movimientos y sonidos inconfundibles, con el tentador/ora de turno, le dice «¿cómo te sientes?». La respuesta siempre es la misma con: «Tristeza y asco». Imaginan que digan, «por fin me he quitado a este muermo/a de encima».

Con estos entretenimientos se me hará más llevadera la intriga de saber qué van a decir esos tribunales. Sobre todo el europeo, acerca de eliminar el terrorismo y la traición, e incluso sobre la presunta negociación con Rusia para facilitar la independencia. Si al final dicen que todo eso es válido, me apuntaré a la universidad a distancia para volver a estudiar la carrera de Derecho, pues está claro que no he entendido nada de lo que es redactar una ley por el mismo que le beneficia.

Menos mal que esos entretenimientos, la paciencia de buen opositor y la piel de elefante, que me acompaña por razón de la edad, me hará soportar mi impaciencia y mi impotencia ante tanto dislate, en aras de una convivencia nacional, pues no piensen que es para seguir en el puesto de mando uno, y para librarse de la cárcel el otro.

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