El retrovisor

Ya se oyen los tambores

La primavera está a la vuelta de la esquina, aflora la ilusión ante la estación radiante y la música pone el ritmo a los días de penitencia, a los festejos entre aromas de azahar en las huertas de esta tierra nuestra

Banda de la Diputación Provincial en un concierto en la Glorieta de España. 1964.

Banda de la Diputación Provincial en un concierto en la Glorieta de España. 1964. / Archivo TLM

Miguel López-Guzmán

Miguel López-Guzmán

Y llegó marzo, un mes aparentemente sin personalidad climatológica, que parece que tiene que ser un mes anodino en el almanaque. Sin embargo, a marzo le sobran recursos para hacer valer su voz en el concierto de los meses. Marzo es quien regula el fin del invierno y la venida de la ansiada primavera, la estación piropeada por los poetas, los mismos que ningunean a marzo, un mes importante para los Pepes y Pepitas del mundo.

El piar de los pájaros al amanecer anuncia la buena nueva, la llegada de la primavera está a tiro de piedra y se palpa en el ambiente. Los poetas afilan sus lapiceros, inquietos ante la llegada de la estación vernal, ajenos a los tiempos y prestos a cantar a la vida. Cuando ya se tienen más recuerdos que esperanzas, se goza más el acumulado tesoro de la primavera, y uno se ilusiona con su llegada, pese a la larga experiencia primaveral; un doctorado de tierra caldeada, de jazmín mojado… El que tiene ya muchas primaveras cursadas no se equivoca. Sabe sin almanaque, al volver una esquina, que «ya está aquí», aunque los novicios de quince o dieciséis años confundan su juventud con la primavera, sin percatarse que todo es lo mismo, aunque se atribuyan sus glorias y prestigios en enamoramientos sin fin.

Si gorriones y caverneras hacen con su piar de heraldos de una nueva primavera que ya llega a la naturaleza, los humanos corazones hacen lo propio en ensayos musicales que darán su do de pecho en las ansiadas procesiones, en los días de una Semana Santa que camina de la mano de la esperada estación.

El eco del monte acerca músicas de trompetas, tambores y fanfarrias como prueba fiable de la llegada de un tiempo nuevo que sabrá decir adiós a abrigos, medias y bufandas.

Las bandas de música adquieren protagonismo, los desfiles pasionales, al igual que los profanos, abrirán con solemne marcialidad sus cortejos a toque de tambor, de tubas, de trompetas sin sordina y con marcialidad castrense. Es tiempo de homenajear a las bandas de música, las de hoy y las de ayer, las que marcando el paso pregonan a los cuatro vientos la llegada del cortejo, poniendo notas de perdón y de alegría en los luminosos días en los que Murcia se viste de fiesta.

Habrá que recordar aquellas bandas de cornetas y tambores de la Cruz Roja, que calzando blancas polainas y luciendo manoplas, ponían ritmo y servían de heraldos en las procesiones del ayer, tan solo precedidos por vendedores de globos, cocos y nubes de azúcar. Allí volverá a estar, aunque sea en la memoria, la voz de don Elías Ros Garrigós que, extasiado, anunciaba por las ondas: «¡Ya se oyen los tambores, ya se escuchan las trompetas, ya viene la procesión…!».

Bandas de la desaparecida Policía Armada, de la entonces Policía Municipal, de los romanos de Lorca, de la Infantería de Marina o de los paracaidistas, de la Agrupación Musical de Guadalupe y tantas otras de antaño y de hoy sacan brillo al metal de los instrumentos que inundarán con su música las calles de una Murcia ansiosa por ver desfilar una vez más las joyas que creara Francisco Salzillo. Banda de la Diputación Provincial interpretando solemnes piezas tras los tronos que narran la Pasión de Cristo, de alegres composiciones que rompen con el bullicio en los días de rosas y claveles, luz y sonrisas de la desaparecida Batalla de las Flores, acompañantes eternos de nuestra Virgen de la Fuensanta en su ir y venir desde su santuario.

La primavera está a la vuelta de la esquina, aflora la ilusión ante la estación radiante y la música pone el ritmo a los días de penitencia, a los festejos entre aromas de azahar en las huertas de esta tierra nuestra.

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