La Feliz Gobernación

Ana Agria

Ana Agria en las protestas de agricultores, en un vídeo de tik tok

Ana Agria en las protestas de agricultores, en un vídeo de tik tok / @entrecolmenasycultivos

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Ana Agria está enfadada. Bastante. Pero lo lleva con muchas risas. Unas en alegre cascada y otras, sarcásticas, sobre todo cuando se refiere a los comentarios machistas que le llegan, o a los políticos. Se levanta con el sol saliente y se acuesta mucho después del ocaso. Durante todo ese tiempo trabaja. Lo que se dice trabajar. Planta y cuida sus pimientos o el brócoli, se viste de astronauta para manejar los panales de abejas, riega, compone el invernadero, hace surcos y caballones. Mil cosas, casi todas doblando el espinazo y siempre acompañada de su perrita Lisa, que luce los colores de la bandera española en su collar. 

Pone el móvil en un trípode y se graba haciendo sus faenas para después montar a cámara rápida y dirigerse al espectador mediante selfis. A veces hace playback, como que canta, con el bancal como escenario. Es muy guapa y dicharachera, habla orgullosamente en murciano, y está encantada de su oficio de agricultora, en el que relevó a sus padres. Su explotación, cerca del Mar Menor, es pequeña y manejable, pero requiere de un trabajo intenso y permanente, que se prolonga a la noche ante el ordenador para gestionar la burocracia, después de arreglar la casa y de hacerse la cena. Está harta, dice, de burocracia, de multas injustas, de gastos innecesaros y de permanecer bajo sospecha por cultivar sus tierras.

Que no le hablen de la Ley del Mar Menor, de López Miras y de ningún otro político, ni siquiera de Vox. «Vox parecía que iba a hacer algo, pero...». Tiene concedidas sus esperanzas a la fundación Ingenio, a la que contribuye, porque dice que las movilizaciones y protestas son útiles, pero lo que más, las denuncias. Con esto bastaría para estigmatizarla, pero escuchándola y viéndola uno se pregunta si le dejan otra opción. Con la vida cotidiana de Ana Agria se aprende más que con cualquier discurso político. ¿Los políticos? «Papanatas y chupópteros», dice. 

El martes estaba en el Puerto de la Cadena, cortando el tráfico con los tractores. Desobediencia civil, lo llama ella. La encontré en TikTok. No canta ni baila, pero no se la pierdan. 

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