Lo veo así

Agradecimiento a la UMU

Tengo muchos motivos para sonreír, para emocionarme y para dar las gracias a quienes pensaron que yo podía ser merecedora de la Medalla de Honor de la UMU

Pity Alarcón recibe la Medalla de Honor de la UMU ante José Luján y Juan Antonio Campillo

Pity Alarcón recibe la Medalla de Honor de la UMU ante José Luján y Juan Antonio Campillo / Juan Carlos Caval

Pity Alarcón

Pity Alarcón

El viernes pasado, la Universidad de Murcia celebraba el acto académico que esa institución lleva a cabo todos los años con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, considerado uno de los más grandes filósofos del mundo occidental y declarado, en 1880, santo patrón de las universidades y centros de estudio católicos.

Como todos los años también, durante el solemne acto, y tras la lección Magistral, que en esta ocasión corrió a cargo del catedrático de Derecho Penal Jaime Peris Riera, que pronunció la magnífica conferencia ‘¿Qué se espera hoy del Derecho Penal?’, fueron haciéndose entrega de distintos reconocimientos, hasta llegar a la concesión de las Medallas de Honor y de Oro de la Universidad de Murcia (esta última a la Fundación Cajamurcia, que recogió Carlos Egea).

Y permítanme que hoy, en este rincón de La Opinión, hable de un acto en el que yo también fui partícipe, porque tengo el convencimiento de que la expresión de la gratitud hacia los demás, te hace a ti más digna. Y yo quiero mostrar mi especial agradecimiento a la UMU, porque me regaló uno de los días más felices de mi vida, al concederme la Medalla de Honor de dicha Universidad, a propuesta de la Facultad de Comunicación y Documentación.

Honor que me fue otorgado junto a Dionisia García, una enorme poeta que ocupa un lugar destacado en el ámbito literario murciano y en el panorama español y cuyo premio de poesía Universidad de Murcia lleva su nombre, y con Nuccio Ordine; a título póstumo. Un profesor y escritor italiano, reconocido por ser un especialista en la época, arte y literatura del Renacimiento y considerado «el ensayista más conocido de Italia en el mundo».

Como dije en mi intervención, en mi vida, desde muy pronto, tuve el privilegio de encontrar la profesión ideal: el periodismo, que me ha hecho, que me hace, inmensamente feliz. Pero mi vida estaría incompleta sin haber tenido la oportunidad de impartir clases: primero en la Facultad de Documentación y más tarde en la de Comunicación y Documentación de la Universidad de Murcia. Facultad de Documentación en la que entré como profesora asociada para impartir Comunicación Audiovisual y Publicidad. Pero tuve la suerte de llegar a un lugar donde quienes la dirigían albergaban tantos sueños por hacer realidad, que fueron capaces de transmitirme su arrolladora ilusión, su extraordinaria fuerza, para que me embarcase, junto a ellos, en hacer crecer lo que formaba parte de sus vidas.

Sueños que se materializaron cuando Documentación se trasformó en Comunicación y Documentación. Cuando se hacían realidad las primeras prácticas de radio y televisión. Cuando se organizaron los primeros cursos de doctorado, cuando se impartieron los primeros máster, cuando, en definitiva, los sueños iban, poco a poco, transformándose en realidades.

Pero no doy paso a la nostalgia, quizás porque me dejo llevar por aquello que dejó escrito Gabriel García Márquez: «No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió». Y con la concesión de esa Medalla de Honor de la UMU, tengo muchos motivos para sonreír, para emocionarme y para dar las gracias a quienes pensaron que yo podía ser merecedora de la concesión de la Medalla de Honor de esa Universidad. De manera especial a Comunicación y Documentación, que aceptaron la propuesta del decano, Pedro Hellín, por unanimidad. Algo que me emociona, que me llena de orgullo y de un profundo agradecimiento hacia todos ellos, hacia todas ellas, porque yo comparto plenamente eso de que «solo podemos decir que estamos vivos en momentos en los que somos capaces de experimentar plena gratitud».

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