LIMÓN&vinagre

Siempre saludaba

Marta Fernandez Martínez (VOX), presidenta de las Cortes de Aragón, el 23 de junio

Marta Fernandez Martínez (VOX), presidenta de las Cortes de Aragón, el 23 de junio / Javier Cebollada / EFE

Jorge Fauró

Jorge Fauró

Siempre saludaba. Antes y después de escribir en sus redes sociales frases como «los musulmanes instaurando su dictadura islámica. Ellos mandan. Asco profundo», la segunda autoridad de Aragón siempre saludaba. Al poco de difundir un post en el que respondía a una feminista afirmando que «sois las nietas de los cristianos que echaron a los moros de la península para que pudierais pasear en tetas por la calle», la presidenta de las Cortes de Aragón siempre saludaba. Entrevistada por el agitador de origen camerunés que se autodenomina el negro de Vox, un tal Ndongo, Marta Fernández Martín (Zaragoza, 57 años) soltó aquello de Irene Montero: «Esta no sabe de nada [...] solo sabe arrodillarse para medrar». Dicho lo cual saludó. Tiempo después se ha topado con la ministra que, según Fernández Martín, solo sabe arrodillarse. Y sí, ambas se saludaron. A un par de metros de distancia y sin apretón de manos.

Marta Fernández forma parte del pacto entre PP y Vox para gobernar Aragón, lo que incluye a varios directores generales que han exaltado el franquismo y ahí siguen. También a estos les gusta saludar, se supone que brazo en alto. Marta siempre saludaba antes de publicar alguna sentencia en sus redes, que son la nueva hemeroteca que algunos y algunas querrían volatilizar. La hemeroteca digital ya es como la de papel: por mucho que uno se empeñe en eliminar las huellas siempre hay un experto capaz de desempolvarlas. Más vale dejarlo como está, con sus majaderías y sus sandeces, y ahorrarse la mitad de la noticia. El archivo de la aragonesa, del que trató de renegar con su borrado, es una mina para internautas: un poco de islamofobia por aquí, algo de antifeminismo por allá, negacionismo climático y de violencia de género al fondo a la derecha y el departamento antivacunas al final del pasillo. En suma, una colección de memes y montajes -copiados la mayoría- que conforman una recopilación de grandes éxitos por los que se acaba conociendo al personaje. Buena gente, Marta. Siempre saludaba.

Antes de ser designada presidenta de las Cortes de Aragón el 23 de junio de 2023, esta licenciada en Derecho que ejercía de diputada y antes de jefa de personal de una empresa energética, repartía saludos a diestro y siniestro. Casi siempre a diestro. Trató de borrar, sin éxito, todo rastro suyo en internet el día que fue nombrada segunda autoridad de Aragón. De haber gobernado hace 500 años, habría tenido trato directo con Fernando el Católico, que se encontró con una invasión musulmana que duraba ocho siglos. Para Fernández, la invasión todavía perdura y lleva años empeñada en devolver a los moros a Marruecos a golpe de tuit. Entre críticas furibundas al uso de mascarillas, opiniones contrarias a la existencia, no ya de la violencia machista, sino del género mismo, y la acostumbrada retahíla de descalificaciones ultras contra los medios de comunicación y el sanchismo, las redes de Marta Fernández resumen un compendio de su ideario de barra brava.

Y entonces se produjo el encuentro. Fue días atrás en Zaragoza, con motivo de una jornada con participación de 14 países de la UE para defender, entre otras cuestiones, el derecho al aborto, que para un Gobierno anfitrión del que forma parte Vox y para la presidenta de la Cámara de Aragón debió de ser como alojar en casa a Satanás. Acompañada de la secretaria de Estado, cuya mano se quedo a la espera de que Marta Fernández correspondiera al gesto, Irene Montero se dirigió a la número dos de la autonomía para decirle aquello de «¿Qué tal, presidenta?». Brazos caídos, gesto relajado. «Bienvenidos a esta casa», respondió la titular de las Cortes. Manos a la espalda, sonrisa forzada, sin intención por ninguna de ambas de mantener el menor contacto físico, que sí se produjo con el resto de la recepción.

Tuiteros

Marta Fernández venía incluida en el paquete de esa nueva camada de paracaidistas de Vox aterrizados en la política tras pactar con el PP. Llanos Massó en la Comunidad Valenciana, Gabriel Le Senne en Baleares, Juan García-Gallardo en Castilla y León, tuiteros e instagramers sin filtro elevados de repente a lo alto del protocolo, personajes con un pasado de agitación y propaganda que tratan de ocultar cuando llegan al cargo porque jamás imaginaron que para ellos, hombres y mujeres que siempre saludan de forma entusiasta a sus compañeros de trabajo, a los vecinos de escalera, a los de la bancada de enfrente, para ellos, incluso, reserva sitio la democracia.

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