Aire, más aire

Para los muy cafeteros

Miguel López-Guzmán

Miguel López-Guzmán

El café es mucho más que una bebida estimulante. Beber café es un rito social con una larga historia que nace en el Cuerno de África, en Etiopía, y que se extiende por todo el mundo como un producto medicinal gracias a sus propiedades energéticas. Llegó a Europa hacia el año 1615, en una época en la que también llegaron otras dos bebidas calientes: el chocolate y el té. 

El primer establecimiento de café en el continente europeo se abrió en Venecia en 1683, y fue el famosísimo Caffé Florian de la plaza de San Marcos. Fue un oficial de la marina francesa, Gabriel Mathieu, de servicio en la Martinica, quien lo llevó a América, aunque fueron los holandeses quienes lo propagaron plantando cafetales en la Guyana francesa, Brasil, Jamaica y en Hawai, que produce el único café estadounidense del mundo y uno de los mejores, siendo éstos los mayores consumidores del planeta.

El café forma parte de la vida social de muchos países. Una forma de relacionarse y de hacer negocios y nuevas amistades con la excusa de tomar café en sus distintas y particulares modalidades: solo, cortado, asiático, bombón, carajillo, belmonte, americano de olla, éste muy típico de la huerta murciana. 

Los italianos siempre han creado las mejores cafeteras del mundo, ninguna más popular que la ideada por Alfonso Bialetti, la Moka Express en 1933, imprescindible en los hogares españoles. El café italiano se resume en una sola palabra: espresso, y fue Bialetti quien inventó una cafetera capaz de producirlo en casa. Una cafetera octogonal estructurada en tres partes, dos enroscadas y la otra colocada en el medio: una caldera inferior, un filtro y un recipiente superior para recoger el café. La Moka superó las ventas de un millón de unidades en 1954, superando con creces los 250 millones de unidades producidas posteriormente.

Una humeante taza de café ha servido para acercarnos los unos a los otros, para estimularnos y para contribuir a crear escritos tan hermosos como el siguiente:

«Siempre afirmaban que el café era su droga favorita, pero sus ojos decían otra cosa. Y es que su verdadera adicción no era esa bebida de aroma envolvente, sino esa sonrisa que todas las mañanas al entrar a la cafetería los cautivaba…». (Leído en las redes)

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