Espacio Abierto

Mujeres que observan aves

Es a mediados del siglo XIX cuando las mujeres aparecen en la ornitología de forma más frecuente, aunque sus aportaciones no se han reconocido hasta ahora

Eleonora de Arborea, considerada una de las primeras mujeres ornitólogas.

Eleonora de Arborea, considerada una de las primeras mujeres ornitólogas.

Colectivo de Mujeres por la Igualdad en la Cultura

Desde antiguo, las aves son el grupo de animales que más ha fascinado al ser humano. Juan Eduardo Cirlot en su Diccionario de Símbolos dice: «Desde el Antiguo Egipto, las aves simbolizan con gran frecuencia las almas humanas. Todo ser alado es un símbolo de espiritualización. En general, aves y pájaros, como los ángeles, son símbolos del pensamiento y de la imaginación».

La historia de la ornitología es muy antigua y se relaciona con la capacidad del ser humano para apreciar la belleza de los plumajes, los cantos y el vuelo de las aves. La afición por el estudio y observación de las aves alcanzó su momento de esplendor durante el siglo XIX, con nombres tan destacados como Charles Darwin, cuyos estudios sobre los pinzones de las islas Galápagos iniciaron su teoría sobre la selección natural, o John James Audubon, ornitólogo, naturalista y pintor francés, nacionalizado estadounidense y considerado uno de los mayores ornitólogos de la historia.

¿Dónde están y quiénes son las mujeres que han hecho historia en la ornitología? Al igual que ocurre con otras disciplinas, también en la ornitología sus nombres han sido silenciados u olvidados, sin embargo, sus aportaciones y trabajos han sido muy importantes para el conocimiento y la conservación de este grupo de seres vivos.

La primera mujer ornitóloga de la que se tiene conocimiento es Eleonora de Arborea, que vivió en el siglo XIV en Cerdeña. Esta mujer guerreó contra el rey de Aragón por defender la independencia de la isla y durante su mandato promulgó para proteger a las aves rapaces de cazadores, traficantes y cetreros. En su honor, el naturalista Gené bautizó con su nombre al halcón marino descubierto en el siglo XIX en los acantilados de esta isla.  

Es a mediados del siglo XIX cuando las mujeres aparecen en la ornitología de forma más frecuente, aunque sus aportaciones a esta disciplina no se han reconocido hasta ahora. Muchas de ellas, además de grandes naturalistas, fueron también pioneras en la lucha por los derechos de las mujeres. Es el caso de las norteamericanas Martha Ann Maxwell (1831-1881) y Graceana Lewis (1821-1912), defensora de la abolición de la esclavitud y del sufragio femenino.

Desde Elenora de Arborea, han sido las mujeres las pioneras en la protección de las aves. A finales del siglo XIX y principios del XX surgieron asociaciones de defensa de estos seres vivos, tanto en Europa como en Estados Unidos, muchas de las cuales siguen, hoy día, manteniendo su actividad. Y el origen de todas ellas está relacionado con la moda. En esos años las mujeres iban cubiertas con sombreros, muchos de los cuales se adornaban con plumas e incluso con ejemplares disecados. La demanda de plumas era tal que la garceta nívea estuvo al borde de la desaparición, ya que sus plumas eran muy apreciadas. En Europa, el somormujo lavanco estuvo a punto de desaparecer en el Reino Unido. 

En EE. UU. Harriet Hemenway (18581960) y Minna B. Hall (1866-1944) fundaron la Sociedad Audubon de Massachusetts en 1896 para la luchar contra el tráfico de pieles y plumas e intentar evitar la desaparición de la garceta nívea y otras especies. Al mismo tiempo, en Reino Unido, Emily Williamson (1855-1936) creó la Sociedad para la Protección de las Aves (SPB) para tratar de salvar el somormujo lavanco. Y otras tres mujeres, Etta Lemon (1860-1953), Eliza Philips (1823-1916) y Hannah Poland (1873-1942) crearon una sociedad para limitar y prohibir la caza de aves por sus plumas y sus pieles. Estas dos sociedades, fundidas en una sola, consiguieron en 1921 la aprobación de la «Ley para la prohibición de la importación de plumas a Gran Bretaña». Además de estas mujeres activistas, son muchas las ilustradoras, escritoras y científicas que se dedicaron al estudio y la observación de las aves. 

La observación de aves es una disciplina profundamente masculinizada, un espacio ocupado tradicionalmente por los hombres y en la que la presencia de mujeres se ha mantenido en un segundo plano. A esto también contribuyen otros factores, como disponer de menos tiempo libre o la inseguridad que puede suponer estar durante horas sola en el campo. 

Sin embargo, la observación de aves, como vemos, está muy ligada a las mujeres. En la época victoriana, la observación de aves inició el camino hacia la conciencia ambiental y el activismo político. Fue también una herramienta fundamental para la participación de las mujeres en la esfera pública.

El ecofeminismo propone dejar de pensar en la naturaleza como algo que nos es ajeno y que podemos utilizar en nuestro beneficio, extrayendo sus recursos sin control y dominarlo a nuestro antojo. Es urgente abandonar esta visión, capitalista y patriarcal, para comenzar a reconstruir la relación del ser humano con el medio y las criaturas que lo habitan. La situación de emergencia climática en la que nos encontramos debería hacernos parar y reflexionar para reconectar.

Detenerse a observar aves es una manera de iniciar esta reconexión.

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