Verderías

Pedazo de hijo de… internet

Herminio Picazo

Herminio Picazo

Por citar una parte citable de la anatomía corporal, estoy hasta las absolutas narices de los correos electrónicos que recibo pretendiendo robarme datos, engañarme o conseguir que yo, idiota de mí, pique en alguna cosa. Creo que en lenguaje técnico es lo que llaman ‘fishing’ por internet. Seguro que esto a ustedes también les pasa.

Recibo una enorme cantidad de mensajes de este tipo, a cual más canalla y malintencionado. Justo hace unos minutos un tal Bill Lawrence, que ya es llamarse, me informa de que he sido afortunado en un premio de lotería al azar con el que he ganado cinco millones y medio de euros. Qué amable, supongo que si me hubiese dicho que gané cinco o seis millones, en números enteros, habría sospechado. Hace un rato otro señor me cuenta que ha instalado un troyano en mi computadora (sic) y que le tengo que dar no sé cuántos bitcoins si no quiero perder mis archivos. Por supuesto yo también recibo, de cuando en cuando, amables cartas del ex primer ministro del Congo Belga en el que me pide ayuda para sacar el dinero que tiene retenido en el país a cambio de una comisión para mí, de seis cifras y, por supuesto, en US dolars.

Algunos de estos correos son muy zafios y se les pilla al vuelo, como éste en el que me llaman Miss Picazo y me piden que les envíe rellenada la loa que va en adjuntación, sin molestarse en explicar qué pijo es una loa y cómo es posible que alguien escriba adjuntación sin que tiemble la tierra. Por su parte, Adobe, que es una compañía muy seria, me manda un enlace que debo abrir desde una dirección que curiosamente tiene el dominio de mi misma empresa, y nada menos que Rafa Nadal se digna a escribirme, en spanglish, enlazando un archivo en el que debo hacer clic si quiero optar a dos pases VIP para el próximo US Open, por mi bonita cara.

Pero otros correos, los más preocupantes, están particularmente bien hechos y se parecen mucho a comunicaciones leales que no sería extraño recibir. Entre mi catálogo de los más recientes está un documento a firmar abriendo un enlace de un contrato de telefonía de mi propia compañía de teléfonos, con muy buen logotipo, bien redactado y firmado, e imitando en todo, excepto en la extrañísima dirección de correo remitente, los mensajes habituales de mi compañía.

En fin, que el mundo parece estar lleno de estos canallas, rufianes, malnacidos y perfectísimos hijos de… internet, que se empeñan en pillarnos en algún renuncio informático y sacarnos los ojos, y que, en cualquier caso, lo consigan o no, nos hacen perder un valioso tiempo leyendo con cuidado.

Así que ya saben. Para andar con seguridad por el proceloso océano de internet, no olviden de dotarse de un buen antivirus, un cortafuegos potente, mucha atención con lo que hacen y, sobre todo, una gran dosis de paciencia.

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