Pintando al fresco

Peleas

Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo.

Enrique Nieto

Enrique Nieto

Lo estaba diciendo un hombre mayor el jueves, sentado con dos amigos en la terraza de un bar en una céntrica plaza de la ciudad de Murcia, mientras se tomaban unos cafés a las once de la mañana: ‘Ya solo queda que se caguen unos en los muertos de los otros’. Ya sé, ya sé que no debería yo transcribir aquí una frase tan malsonante, pero es que quizás sea la que mejor recoge lo que ha ocurrido esta semana en la política española, tanto en la nacional como en la regional. Las sesiones de Control al Gobierno se convirtieron en el Congreso de los Diputados, en Madrid, y en la Asamblea Regional de Murcia en unos enfrentamientos a muerte verbal que podían provocar y provocaron este comentario de unos jubilados de los que quedan con sus amigos a tomar un café, al menos una vez a la semana, y a los que les gusta comentar cómo va la política española, que para eso se compran todavía un periódico en papel que pude ver sobre la mesa.

Porque, ¿qué le preocupa a usted, amable persona que me escucha, y a sus allegados, a sus conocidos y parientes? Es muy probable que, si es rico por familia, joven y guapo/a, tiene una casa bonita y sus hijos, hijas, son estudiosos, no tienen problemas físicos ni mentales y vivan la vida a plena satisfacción, los debates a los que arriba me refiero hasta lo distraigan. Pero, ¿y si no es así?, ¿y si está usted esperando una ayuda a la dependencia más de un año y ha visto que dos parientes y un vecino se han muerto sin recibirla, mientras que el presidente Sánchez y el líder del PP, Feijóo, están hablando, eso sí, con profundidad, de la época, hace un montón de años, cuando Feijóo tenía un amigo traficante de drogas, y este acusa a Sánchez de saber que un portero de discoteca, asesor de un ministro, se había forrado vendiendo mascarillas a puñalá’ por duro?

¿Y si usted piensa que lo de las guardias de veinticuatro horas en los hospitales son insoportables?, ¿y si está viendo que sus dos hijos de 26 y 28 años viven en sus casas porque no han podido independizarse y tiene que hacer el amor con su novio/a en el coche del padre, que es pequeño, y que ya le ha producido a uno de ellos una desviación de la pelvis y a otro una fisura en una costilla, qué demonios le importará que el presidente López Miras llame a el socialista Vélez ‘indigno y cara dura’? (No se pierdan la frase: ‘La mezcla de ausencia de dignidad con exceso de hormigón en el rostro es demoledora para el debate parlamentario’).

Y a aquellos que cuando van a pagar en la caja de un supermercado, al decirles el total de la cuenta, señalan las cosas que debe quitar la empleada –este cartón de leche, esas peras- porque no le llega el dinero para todo, ¿les interesa escuchar que Vélez llamó a Miras ‘cómplice’ en los 50 millones que una empresa se está llevando, según dijo, con el tema del transporte sanitario.

Pero no olvidemos las frases que pronunció el portavoz del PP, Sr. Segado: ‘muchos socialistas aprovecharon la pandemia para lucrarse, incluso robando a manos llenas mientras la gente se moría’. Quizás aquellos chavales que viven en nuestra Región bajo el umbral de la pobreza, es decir, que les falta lo más elemental para la vida, se interesen por esto de las mascarillas que, aparentemente, ha servido para que sinvergüenzas de varias extracciones políticas, parientes y allegados de unos y de otros, se hayan forrado con el tema, unos como Koldo comprándose pisos en Benidorm, y otros como el novio de Isabel Ayuso adquiriendo uno de un millón de euros en Madrid, y un Maserati. Hasta para robar, presuntamente, hay clases.

¿Volveremos alguna vez a la normalidad democrática? Nadie dice que los Gobiernos no ataquen a la Oposición, ni que la Oposición no controle a los Gobiernos, pero por favor: ‘¿Quieren ustedes, Sres. políticos, ocuparse de nuestras cosas y dejar de estar en continua pelea? Se lo agradeceríamos mucho.

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