Entrevista | Jefe superior de la Policía Nacional en la Región

Ignacio del Olmo: "Con el tráfico de seres humanos vuelve a haber esclavitud"

El jefe superior de Policía de la Región considera muy preocupante la actividad de las redes internacionales de tráfico de personas

Ignacio del Olmo

Ignacio del Olmo / Marcial Guillén. EFE

Celia Cantero (EFE)

"Con el tráfico de seres humanos hemos recuperado la esclavitud", critica en una entrevista con EFE el jefe superior de Policía de la Región de Murcia, Ignacio del Olmo, quien considera muy preocupante la actividad de las redes internacionales de tráfico de personas y, a la vez, la intolerancia que generan los flujos migratorios en determinados sectores de la sociedad de acogida.

En la jornada en la que la Policía Nacional inicia la conmemoración del bicentenario de creación de la Policía General del Reino, antecedente histórico de la institución policial, el comisario Del Olmo (Madrid, 1963) reflexiona acerca de los cambios producidos en el llamado «primer mundo» a consecuencia de los movimientos de población, y denuncia la tragedia humanitaria que supone el tráfico de personas y que «vuelva a haber esclavos en un momento en el que vivimos las más altas cotas de desarrollo y bienestar».

«En materia de extranjeros hemos vivido un cambio sin parangón», sostiene el jefe superior, quien opina que la sociedad globalizada «nos ha llevado a tomar conciencia de que vivimos en un mundo injusto por la riqueza mal repartida, y eso conlleva que personas que no tienen culpa de haber nacido en esas culturas aspiren a refugiarse en espacios seguros» y se conviertan en víctimas de redes internacionales de tráfico de seres humanos.

Para Del Olmo, es «muy preocupante» que los fallos de seguridad de los países de origen favorezcan la actividad de las mafias que trafican con personas y, además, que ese tráfico de seres humanos «tenga un componente muy favorable al traficante, y es que la mercancía colabora».

Según explica, a diferencia de otras formas de tráfico internacional, en las mafias organizadas de seres humanos la víctima «colabora» con la actividad ilegal porque sufre severas amenazas que le llevan a cumplir las exigencias de los captores, lo que genera en muchas ocasiones una doble actividad ilícita, que duplica la rentabilidad, a través de «redes que simultanean el tráfico de personas con el narcotráfico»

«Si estás trayendo un fardo de hachís lo tienes que traer a la espalda, pero si estás trayendo a una persona que viene forzada por las circunstancias, y amenazada, ten por seguro que va a cumplir escrupulosamente las instrucciones», advierte.

Ante ese desafío para la seguridad internacional y la amenaza que, para él, suponen los mensajes que alientan el rechazo a la población inmigrante, Ignacio del Olmo reivindica el papel de los cuerpos de seguridad como garantes del estado del bienestar, y la inversión en educación «para formar personas con criterio».

Preguntado por los partidos que pudieran favorecer comportamientos xenófobos, Ignacio del Olmo responde: «El ser humano es razonable, pero a veces no razona» y cita al psiquiatra suizo Carl Jung y su teoría del ‘arquetipo de la sombra’ para afirmar que «hay un mecanismo psicológico en todos los seres humanos que es la búsqueda del chivo expiatorio, de proyectar y buscar sobre una persona aquello que rechazamos de nosotros mismos».

«Buscar el chivo expiatorio ha llevado a determinados acontecimientos históricos que a ninguno de nosotros nos gusta recordar», añade antes de subrayar: «la intolerancia, la historia de la intolerancia en el mundo, no solo es la historia de la injusticia, sino también la historia de la inseguridad».

El jefe superior de Policía defiende combatir la intolerancia desde el origen, de ahí que abogue por «invertir en educación, en formación, no solamente en instrucción ni en generar una sumisa fuerza del trabajo que se incorpore a empleos que no son seguros y están precarizados, porque eso es instrucción, no educación».

Según el jefe superior Del Olmo, educar es «formar personas, que esas personas tengan criterio, y que apliquemos principios humanistas y principios morales en la sociedad porque no todo está permitido».