Semana Santa

Semana Santa en Cartagena: El retablo de la capilla del Duque de Veragua (1737-1936)

Catedral Vieja de Santa María. Capilla del Santo Cristo del Socorro. Año 1930.

Catedral Vieja de Santa María. Capilla del Santo Cristo del Socorro. Año 1930. / Autor: Antonio Passaporte. Firma fotográfica Loty. Serie “España Artística y Monumental”.

José luis Carralero Alarcón

Entre las joyas patrimoniales que tiempo atrás atesoró nuestra antigua y primigenia Catedral Diocesana encontramos el desaparecido retablo que un día presidió la capilla del Duque de Veragua de la Hermandad del Socorro.

           Será la IX Duquesa de Veragua, Catalina Ventura Colón de Portugal -y a la postre Hermana Mayor (1733-1739)- quien reactivando los atrasos pendientes de la Casa Ducal a la Cofradía proyectará una inyección económica que se traducirá en la segunda mitad de la década de los 30 del siglo XVIII en la etapa más próspera de la noble institución. La respuesta será la construcción de un nuevo camarín, retablo y sala de cabildos-escaleras anexa a la capilla, la misma que antaño mandara erigir su padre Pedro Manuel Colón en el bienio 1689-1691.

           El retablo, de planta muy articulada -con juego de entrantes y salientes- presentaba un solo cuerpo donde se observaban tres calles delimitadas por dos estípites quienes a su vez, en su particular visión, encuadraban la hornacina central. Esta última se abría a un camarín de planta poligonal que daba cobijo a nuestro Crucificado, Titular de la Cofradía, y un busto de la Virgen de la Soledad.

Paralelamente sendas columnas corintias acanaladas se situaban en cada uno de los extremos del retablo, ofreciendo la particularidad de presentar el tercio inferior de sus fustes profusamente entallados o decorados.

           Igualmente el espacio comprendido entre los estípites y las columnas -en cada una de sus dos calles laterales- acogía en su interior dos tablas pictóricas colocadas verticalmente una encima de otra, dotando su totalidad contemplativa cuatro lienzos de los Cuatro Evangelistas o Tetramorfos que realzaban aún más la prestancia artística de nuestro retablo.

           Por su parte el ático de la obra se adaptaba a la arquitectura frontal de la capilla, presentando forma semicircular o de medio punto presidida en su espacio central por una gran pintura situada entre machones y estípites y la presencia de dos angelitos en ambos extremos del remate -estos últimos localizados sobre macizos interiores-.

En todo este ámbito también es de subrayar la prolífica decoración de los paramentos del altar, en un viaje donde la abundancia de la calidad de la talla se extiende desde los propios zócalos hasta las ménsulas o voladizos superiores.

           No por ello menos significativo es hacer alusión a los estudios que en 1886 realizará el presbítero Rvdo. Dr. Jaime Lloret. El religioso, en su obra “Disertación iconográfica sobre las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús”, llegará a catalogar al emblema de la Cofradía -situada en la estructura barroca cartagenera- como uno de los primeros exponentes de tan sagrada simbología, y más concretamente la primera muestra que aparece entallada en retablos dedicados al culto público.

De ahí la gran importancia espiritual que también desprendía nuestra desaparecida obra.

Catedral Vieja de Santa María. Capilla del Santo Cristo del Socorro. Año 1930.

Catedral Vieja de Santa María. Capilla del Santo Cristo del Socorro. Año 1930. / Autor: Antonio Passaporte. Firma fotográfica Loty. Serie “España Artística y Monumental”.

           Detalles al margen nos consta cómo tras la construcción del retablo este pasó a una segunda fase donde se afrontó al dorado del mismo y frontal del adoratorio. Para ello se realizará el encargo a los maestros doradores José Aguilar y Eustaquio Sanz, hecho reflejado en documento de Obligación de obra de 22 de enero de 1737 y con un coste de 9.000 reales.

           Igualmente en su lateral derecho -según se miraba al altar y retablo-, se localiza -y aún sigue permaneciendo- un acceso que conduce, subiendo un tramo de escaleras, al camarín del Cristo del Socorro. En este sentido es significativo la existencia de innumerable prensa de finales del siglo XIX y primer tercio del XX que nos habla de funciones solemnes dentro de la capilla en honor al Titular y el tradicional besapié que se rendía a la primitiva imagen.

Esta realidad nos eleva a imaginar la singularidad de la escena de multitud de fieles que durante años por dicho lugar llegaron a pasar y accedieron al camarín aún hoy día existente. Pese a ello el misterio que envuelve esa mágica zona semiescondida tras el retablo no finalizaba ahí.

Un segundo tramo de escaleras, hoy día desaparecido -aunque con la pervivencia de escasos vestigios- te dirigía a la entrada de la extinta sala de capítulos de la Cofradía, construcción que en dos ocasiones fue erigida y reconstruida por sus hermanos (alrededor de 1736 y 1876).

           El resto de la historia del retablo correrá paralela a los tristes designios de la Catedral. En dicho recorrido la consolidación de la capilla dentro de la intervención total del templo por parte del arquitecto Victor Beltrí a inicios del siglo XX será palpable. Las fotografías de González Simancas en la primera década de la centuria y de Antonio Passaporte en 1930 así lo evidencian, reflejando con ello el esplendor de la Cofradía en su Segunda Época.

Sin embargo los lamentables episodios del 25 de julio de 1936 -iniciado el conflicto civil- y más concretamente los actos vandálicos sobre el templo de la Puerta de la Villa a inicios de septiembre hará girar los designios 180 grados. Es en esta última fecha, concretamente el día 2, cuando se realizará de manera generalizada la destrucción mobiliaria de la Catedral incluyendo con ello el retablo de la Capilla del Duque de Veragua y el añorado Titular, vulgo Cristo Moreno, obra del siglo XVI.

El sueño barroco de la Hermana Mayor Catalina Ventura desaparecerá para siempre, pero no por ello la memoria reivindicada de una de las grandes joyas de Cartagena y del arte levantino español, antaño erigida por los Treinta y tres Corazones del Socorro.

 Entre las joyas patrimoniales que tiempo atrás atesoró nuestra antigua y primigenia Catedral Diocesana encontramos el desaparecido retablo que un día presidió la capilla del Duque de Veragua de la Hermandad del Socorro.

           Será la IX Duquesa de Veragua, Catalina Ventura Colón de Portugal -y a la postre Hermana Mayor (1733-1739)- quien reactivando los atrasos pendientes de la Casa Ducal a la Cofradía proyectará una inyección económica que se traducirá en la segunda mitad de la década de los 30 del siglo XVIII en la etapa más próspera de la noble institución. La respuesta será la construcción de un nuevo camarín, retablo y sala de cabildos-escaleras anexa a la capilla, la misma que antaño mandara erigir su padre Pedro Manuel Colón en el bienio 1689-1691.

           El retablo, de planta muy articulada -con juego de entrantes y salientes- presentaba un solo cuerpo donde se observaban tres calles delimitadas por dos estípites quienes a su vez, en su particular visión, encuadraban la hornacina central. Esta última se abría a un camarín de planta poligonal que daba cobijo a nuestro Crucificado, Titular de la Cofradía, y un busto de la Virgen de la Soledad.

Paralelamente sendas columnas corintias acanaladas se situaban en cada uno de los extremos del retablo, ofreciendo la particularidad de presentar el tercio inferior de sus fustes profusamente entallados o decorados.

           Igualmente el espacio comprendido entre los estípites y las columnas -en cada una de sus dos calles laterales- acogía en su interior dos tablas pictóricas colocadas verticalmente una encima de otra, dotando su totalidad contemplativa cuatro lienzos de los Cuatro Evangelistas o Tetramorfos que realzaban aún más la prestancia artística de nuestro retablo.

           Por su parte el ático de la obra se adaptaba a la arquitectura frontal de la capilla, presentando forma semicircular o de medio punto presidida en su espacio central por una gran pintura situada entre machones y estípites y la presencia de dos angelitos en ambos extremos del remate -estos últimos localizados sobre macizos interiores-.

En todo este ámbito también es de subrayar la prolífica decoración de los paramentos del altar, en un viaje donde la abundancia de la calidad de la talla se extiende desde los propios zócalos hasta las ménsulas o voladizos superiores.

           No por ello menos significativo es hacer alusión a los estudios que en 1886 realizará el presbítero Rvdo. Dr. Jaime Lloret. El religioso, en su obra “Disertación iconográfica sobre las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús”, llegará a catalogar al emblema de la Cofradía -situada en la estructura barroca cartagenera- como uno de los primeros exponentes de tan sagrada simbología, y más concretamente la primera muestra que aparece entallada en retablos dedicados al culto público.

De ahí la gran importancia espiritual que también desprendía nuestra desaparecida obra.

           Detalles al margen nos consta cómo tras la construcción del retablo este pasó a una segunda fase donde se afrontó al dorado del mismo y frontal del adoratorio. Para ello se realizará el encargo a los maestros doradores José Aguilar y Eustaquio Sanz, hecho reflejado en documento de Obligación de obra de 22 de enero de 1737 y con un coste de 9.000 reales.

           Igualmente en su lateral derecho -según se miraba al altar y retablo-, se localiza -y aún sigue permaneciendo- un acceso que conduce, subiendo un tramo de escaleras, al camarín del Cristo del Socorro.

En este sentido es significativo la existencia de innumerable prensa de finales del siglo XIX y primer tercio del XX que nos habla de funciones solemnes dentro de la capilla en honor al Titular y el tradicional besapié que se rendía a la primitiva imagen. Esta realidad nos eleva a imaginar la singularidad de la escena de multitud de fieles que durante años por dicho lugar llegaron a pasar y accedieron al camarín aún hoy día existente.

Pese a ello el misterio que envuelve esa mágica zona semiescondida tras el retablo no finalizaba ahí. Un segundo tramo de escaleras, hoy día desaparecido -aunque con la pervivencia de escasos vestigios- te dirigía a la entrada de la extinta sala de capítulos de la Cofradía, construcción que en dos ocasiones fue erigida y reconstruida por sus hermanos (alrededor de 1736 y 1876).

           El resto de la historia del retablo correrá paralela a los tristes designios de la Catedral. En dicho recorrido la consolidación de la capilla dentro de la intervención total del templo por parte del arquitecto Victor Beltrí a inicios del siglo XX será palpable. Las fotografías de González Simancas en la primera década de la centuria y de Antonio Passaporte en 1930 así lo evidencian, reflejando con ello el esplendor de la Cofradía en su Segunda Época.

Sin embargo los lamentables episodios del 25 de julio de 1936 -iniciado el conflicto civil- y más concretamente los actos vandálicos sobre el templo de la Puerta de la Villa a inicios de septiembre hará girar los designios 180 grados. Es en esta última fecha, concretamente el día 2, cuando se realizará de manera generalizada la destrucción mobiliaria de la Catedral incluyendo con ello el retablo de la Capilla del Duque de Veragua y el añorado Titular, vulgo Cristo Moreno, obra del siglo XVI.

El sueño barroco de la Hermana Mayor Catalina Ventura desaparecerá para siempre, pero no por ello la memoria reivindicada de una de las grandes joyas de Cartagena y del arte levantino español, antaño erigida por los Treinta y tres Corazones del Socorro.

 Sobre la foto:

  • Catedral Vieja de Santa María. Capilla del Santo Cristo del Socorro. Año 1930.
  • Autor: Antonio Passaporte. Firma fotográfica Loty. Serie “España Artística y Monumental”.
  • Instituto del Patrimonio Cultural de España. Ministerio de Cultura.
  • NIM. LOTY-05723 / NIA. 29348