Opinión | Pasado de rosca

Una cuestión de dignidad

Según el Observatorio Fiscal de la UE, el dinero procedente de España que se refugia en paraísos fiscales aumentó un 76% en 20 años y alcanza el 9% de PIB español, unos 140.000 millones de euros

El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales.

El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales. / Europa Press

Desde que guardo memoria, una de las cosas que más me han impactado es que, tras un terremoto, los correspondientes gobiernos solían enviar a la zona al Ejército, para evitar los saqueos. Creo que fue mi primera conciencia de que el mal existe. En mi mente infantil no cabía que hubiera desalmados que se aprovecharan de tal desgracia ajena para hacerla todavía mayor, robándoles las pertenencias que no se había llevado el terremoto.

Ahora ya me sorprende mucho menos, pero no deja de sorprenderme, que en situaciones de desgracia colectiva haya individuos, a los que me resisto a llamar ‘humanos’, que intenten sacar tajada de la desgracia común. Y me refiero aquí a todos los que han sacado jugosas, cuando no desproporcionadas, comisiones durante la pandemia del coronavirus y ante la necesidad de mascarillas con las que protegerse del contagio. Y no, no se les puede llamar ‘emprendedores’ a los ‘aprovecháteguis’ que han hecho su agosto cuando a su alrededor todo era sufrimiento. Aun siendo legal el cobro de comisiones, repugna a la solidaridad y las buenas costumbres oficiar de mediador aprovechado en los casos de necesidad ajena.

Pareciera que la epidemia del Covid-19 haya traído consigo otra no menos dañina para la sociedad como es la aparición súbita, como hongos después de la lluvia, de cuantos se lucraron aprovechando sus relaciones, influencias y posición para hacer fortuna y comprarse casoplones y coches de lujo al calorcillo de la ganancia fácil basada en la necesidad. No se los podrá mandar a la cárcel, tal vez, pero sí se los puede desposeer de la condición de gentes de bien y se les puede, y debe, retirar la confianza.

Me libraré de darle la consideración de ‘confeso’ a un ‘presunto’, pero tampoco pinta nada bien la investigación sobre Luis Rubiales, el que fuera presidente de la Real Federación Española de Fútbol, y sobre algunos de sus asociados, sospechosos de desviar dinero de la Federación a sus cuentas particulares en paraísos fiscales. Otra epidemia, la de los paraísos fiscales. Según el Observatorio Fiscal de la UE, el dinero procedente de España que se refugia en paraísos fiscales aumentó un 76% en 20 años y alcanza el 9% de PIB español, unos 140.000 millones de euros, lo que, por ejemplo, duplica el gasto anual en Educación. Así se comprende bien el categórico «no voy a dimitir» de Rubiales.

Aunque esa sospechosa acritud empleada para conseguir o mantener el poder no puede ser sino síntoma de una falta de principios, no somos en todo la excepción en Europa. La Fiscalía Europea ha informado de que se han producido 22 detenciones en Italia, Austria, Rumanía y Eslovaquia relacionadas con una trama de fraude a los fondos europeos por importe de 600 millones de euros. La trama habría creado una red de empresas ficticias que solicitaban con balances falsos subvenciones de fondos italianos a fondo perdido. El dinero así obtenido iba a parar a cuentas bancarias en Austria, Rumanía y Eslovaquia con la colaboración de notarios públicos cómplices.

En todos los casos, el denominador común es la utilización del poder por parte de personas que ejercen responsabilidades públicas para su propio e inmoral provecho. Tal vez eso explique el enorme apego al poder que muestran muchos políticos, que no dudan en prescindir de su dignidad en la lucha por mantenerse a gusto en el machito o desplazar al que se encuentra ocupándolo para quedarse el puesto. Porque esos insultos, esa forma desabrida, y a veces incluso procaz, de ejercer esa forma de pugilato verbal en que se ha convertido la disputa política, los hace parecer sospechosos. 

El que no muestra dignidad para lograr el poder, tampoco la va a mostrar para ejercerlo.

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