Opinión | De vuelta
Las ilegítimas elecciones vascas
Serán todo lo legales que los actuales tiempos, de notoria decadencia, quieran; pero son ilegítimas. Los más timoratos cronistas cifran en 180.000 las personas que la barbarie etarra expulsó, de manera directa o indirecta, del País Vasco desde que nació ETA para reivindicar la supremacía racista heredada de Sabino Arana. Quienes mejor cuentan esos datos lo sitúan en más de 200.000. Son personas que, de haber seguido en el País Vasco, hubieran votado constitucionalismo. ¿Qué, si no? Un Estado valiente hubiera dado la oportunidad legal de seguir votando en esas elecciones regionales, aun estando fuera del territorio. Por tanto, no es válido contabilizar el 70% largo de independentistas. Es ilegítimo, tramposo y mendaz.
Cuando la debacle yugoslava de finales del siglo pasado, Serbia se encontró con que en su provincia de Kósovo había un 90% de albaneses. Procedió a expulsarlos. La comunidad internacional se escandalizó con aquellos trenes repletos de deportados, Y aquellas filas de tractores que, tirando de carros llenos de familiares, eran enviados a la Albania de sus antepasados.
Bien, las fuerzas abertzales del País Vasco han hecho lo mismo, no con trenes expresamente montados para la ocasión, ni con filas de tractores escoltados por el ejército serbio. Pero sí con las amenazas de fotos enviadas de los hijos de familia a las puertas del colegio, con cartas exigiendo la ‘vuelta’ a España de todos los que consideraban invasores. Más de 200.000 desde mediados de los 60, en que la banda fascista-terrorista de ETA comenzase a operar. Fue un exocidio claro y perfecto, a punto de entrar en el siglo XXI.
Y en Cataluña es un número aún mayor de exiliados a la fuerza, directa o indirectamente: 300.000. Lograda la mayoría supremacista, las elecciones ilegitimas están servidas. Comenzaron por los maestros de escuela españoles. Y luego por los demás.
Cataluña y País Vasco son territorios exlcusivizados gracias a actuaciones fascistas de pura cepa. Quienes opinan lo contrario son exactamente como mussolinitos o hitleritos, que tienen aversión a la verdad democrática. Urnas con excluidos son urnas con déficit democrático. Como los referenda de Franco para dar cariz democrático a sus baños de masas en la Plaza de Oriente.
Puigdemont y Otegi son los Francos de nuestro tiempo. Vencen en las urnas merced a la mutilación de los censos, por causas supremacistas que pasan la línea de lo racista. Basar la exclusión en la lengua para discriminar es como basarla en la raza, un delito perfecto contra los derechos humanos.
Es lo que todos los Gobiernos de España han consentido.
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