Opinión | Tribuna política

Diego Lorente Balibrea

Campo de Cartagena: riesgos políticos y oportunidades tecnológicas

Proteger la agricultura local en el Campo de Cartagena no solo es una cuestión económica, sino también una cuestión de justicia, soberanía y perdurabilidad

Campo de Cartagena.

Campo de Cartagena. / LOYOLA PEREZ

En los últimos meses, hemos visto a nuestros agricultores saliendo a la calle para defender su trabajo, su producción y nuestro entorno rural. El Campo de Cartagena es conocido por su riqueza en agricultura e innovaciones tecnológicas y está siendo castigado por la llegada de productos extranjeros que amenazan la viabilidad de nuestro producto local.

La importación desmedida de productos agrícolas de países extranjeros ha desencadenado una competencia desleal que golpea directamente a nuestros agricultores. Hoy, las políticas de Bruselas han creado escenarios de enfrentamientos donde la competencia basada únicamente en el precio ha llevado que se pasen por alto los estándares de calidad y seguridad alimentaria. Es importante encontrar un equilibrio entre la competitividad y la protección de la salud pública y el medio ambiente.

Echando la mirada atrás, como hijo y nieto de asentadores de productos hortofrutícolas del Campo de Cartagena, recuerdo que la importación se limitaba a lo que no podíamos producir, y los controles de calidad eran estrictos. Hoy, esa prudencia ha sido suplantada por una invasión de productos que no cumplen con nuestras regulaciones, poniendo en peligro tanto la economía y el empleo, como la salud de nuestra región.

En este contexto, es fundamental que los consumidores estén informados y exijan productos que cumplan con los estándares de calidad y seguridad. La transparencia en el etiquetado y la trazabilidad de los alimentos son herramientas clave para lograr una alimentación segura y saludable. 

Mientras que nuestros agricultores operan bajo rigurosas normativas ambientales, los productos importados provienen de regiones con escasos controles fitosanitarios, lo que supone un riesgo para la seguridad alimentaria. ¿Debemos permitir que nuestra tierra y nuestra salud sean comprometidas en aras de la competencia desleal desenfrenada?

Además, debemos tener en cuenta las condiciones laborales desiguales. Mientras que en nuestro país existe una legislación laboral que protege a los trabajadores, en países terceros se perpetúa un sistema cercano a la esclavitud que distorsiona la competencia. ¿Es justo que nuestros agricultores compitan en un mercado donde las condiciones laborales son tan dispares?

Es indispensable adoptar medidas para proteger y respaldar a nuestros agricultores locales. Una actitud que implica promover el consumo de productos locales, garantizar nuestra soberanía alimentaria y establecer aranceles y controles fronterizos para nivelar el terreno de juego. Es hora de reconocer el valor inestimable de la agricultura local en el Campo de Cartagena y tomar acciones concretas para protegerla.

En este contexto, las nuevas tecnologías pueden desempeñar un papel crucial. La innovación en sistemas de riego y otras tecnologías agrícolas puede ayudar a nuestros agricultores a mejorar la eficiencia y reducir el impacto ambiental de sus actividades. La implementación de tecnologías digitales, como la agricultura de precisión y el uso de drones, ofrece oportunidades para optimizar la gestión de los cultivos y aumentar la productividad de manera sostenible.

En conclusión, debemos actuar con determinación para salvaguardar la agricultura local en el Campo de Cartagena. Protegerla no solo es una cuestión económica, sino también una cuestión de justicia, soberanía y perdurabilidad. Es hora de tomar medidas concretas para proteger a nuestros agricultores y preservar este vital sector económico y cultural.

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