Noticias del Antropoceno

Malos tiempos para los coches eléctricos

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

No es que no se vendan coches eléctricos, que se venden cada vez más, pero se percibe un cierto desencanto entre los compradores e, incluso, entre los fabricantes. Por lo que se ve últimamente, estos se contaron a sí mismos el cuento de la lechera: tantos coches de combustión hay, otros tantos coches eléctricos venderemos en unos pocos año. Es como cuando llegó el color a la televisión en España o cuando se popularizaron las pantallas planas: todo el mundo acabó tirando su viejo televisor a la basura y comprándose uno nuevo, en color entonces y de pantalla plana después.

Animados por esa idea, han intentado que los compradores de coches, obligados moralmente y ayudados económicamente por sus Gobiernos para descarbonizar el planeta, pagaran el coste de reconvertir sus plantas de producción a la fabricación de eléctricos aplicando márgenes totalmente abusivos. Y son abusivos porque fabricar coches eléctricos es infinitamente más sencillo tecnológicamente que fabricar coches con motores de combustión.

Los eléctricos tienen muchas menos piezas. Los primeros coches que se inventaron eran eléctricos, lo que les faltaba era autonomía porque las baterías de entonces no daban para nada. Los constructores de coches americanos, europeos e incluso asiáticos, japoneses y coreanos, se las prometían muy felices: renovar todo el parque automovilístico vendiendo coches con mucho margen de beneficio.

Y en esto llegaron los chinos, que, como muchos analistas previeron hace años (yo entre ellos), han aprovechado la oportunidad, y las inmensas ayudas de su Gobierno, para empezar a fabricar coches eléctricos como churros y, de paso, copando el mercado de la fabricación de baterías y de los minerales estratégicos para elaborarlas. Y como no tenían plantas de coches de combustión que reconvertir ni amortizar, los venden muy baratos y con una calidades de acabados excelentes. 

Los chinos son chinos, pero no son tontos. Venden baratijas de plástico de calidad pésima porque al comprador no le importan. Pero venden coches fiables, seguros y confortables porque a los compradores de coches sí les importan. Así las cosas, el libertario Elon Musk y otros tantos fabricantes norteamericanos y europeos está suplicando protección frente a la importación de coches chinos. Dados los vientos nacionalistas y proteccionistas que soplan en este mundo, capaces son nuestros gobernantes de ayudar a esta pandilla de ricachones frente a los muchos más numerosos consumidores. 

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