Noticias del Antropoceno

Una lección de francés

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

Francia es un país que da lecciones de política constantemente al resto del mundo y nos ha proporcionado una última y muy profunda esta semana, con la designación como primer ministro de un tal Gabriel Atttal, un chaval de 34 años a quien califico de tal porque tengo un hijo de la misma edad y yo lo veo como un chaval. 

A Macron no le ha temblado el pulso para poner de patitas en la calle a su última primera ministra, Élisabeth Borne, después de dejarla quemarse aprobando una ley antimigratoria con el apoyo del Frente Nacional de Marie Le Pen, que también ha puesto al frente de su partido a un chaval aún más joven que el nuevo primer ministro. Todo indica que las próximas presidenciales se dirimirán entre estos dos pipiolos de la política francesa, mal que les pese a los conservadores clásicos y los partidos de izquierda como el socialista y La France insumisse del incombustible Jean Luc Melenchon.

Es muy importante lo que pase en las próximas elecciones europeas y en las posteriores presidenciales francesas. Mucho más que lo que pase en las elecciones americanas, que podrían devolver al poder de la primera potencial mundial y líder de Occidente a un friki rijoso nacionalista y autoritario como Donald Trump. Si las próximas europeas confirman el auge que los analistas predicen para los partidos de extrema derecha, y las presidenciales francesas arrojan la victoria de los lepenistas, nuestra Unión se enfrentará al reto existencial más importante de su historia, muy por encima de la crisis del euro y de la deuda pública en la segunda década de este siglo.

Francia es un país de insatisfechos e indignados, y de ahí derivan sus grandezas evidentes y sus manifiestas debilidades. Desde la Revolución Francesa no han dejado de echarse a la calle y montar barricadas por motivaciones políticas, muchas de ellas completamente espúreas. La última, hace unos cuantos meses por motivos que ya se me han olvidado, como a casi todo el mundo que no sea francés. 

La retirada de Francia del Sahel, donde ahora se les denuesta recordando su papel de potencia colonial, olvidando la ayuda militar y económica prestada frente al yihadismo, no deja de ser una tragedia geoestratégica para el mundo occidental. Su retirada del liderazgo político europeo que ejerce en conjunción con Alemania sería un golpe al proyecto europeo difícil de asimilar.

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