Noticias del Antropoceno

Los primeros frutos del bisturí genético

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

 Acaba de aprobarse por parte de las autoridades sanitarias americanas, siguiendo la estela de las europeas y británica, la primera terapia para tratar una enfermedad genética (el síndrome de las células falciformes que afecta a la sangre) basada en la técnica Crispr-Cas9, cuyos descubridores e impulsores han recibido recientemente el premio Nobel y en cuyo desarrollo tuvo un papel determinante Francis Martínez Mojica, un ilustre investigador de la Universidad Miguel Hernández de Elche, que se quedó a las puertas de conseguir el Nobel.

Por resumir y no entrar en profundidades, la técnica consiste en el uso del ARN mensajero y una enzima que actúan como un bisturí genético capaz de extraer uno o varios genes de una cadena para después sustituirlos por otro u otros a conveniencia del objetivo de la intervención. Todo el hallazgo en sí resulta pasmoso, como si de una película de ciencia ficción protagonizada por científicos locos se tratara.

Porque si hay una tecnología con potencialidad de cambiar la naturaleza de la vida, es precisamente esta con su capacidad de modificar a voluntad las bases que conforman los rasgos de un ser vivo una vez que empieza a desarrollarse siguiendo las instrucciones de su ADN, que actúa como una plantilla con infinitas variaciones potenciales. Esa técnica abre posibilidades insospechadas a la ingeniería genética de animales y plantas, incluido la modificación de lo propios seres humanos. 

Cualquier rasgo que podamos ver en la naturaleza en algún ser vivo, como la capacidad de mimetizarse con el entorno, regenerar sus miembros amputados o entrar en hibernación, se soporta en un gen o conjunto de genes específicos que se podrían insertar mediante esta técnica en la secuencia genética de cualquier otro ser vivo dando lugar a lo que en la mitología clásica se denominan quimeras. Personas con superpoderes, como respirar en el agua o gozar de un olfato hasta ahora reservado a la raza canina, son posibilidades a las que nos acerca la ingeniería genética potenciada por el uso de la técnica Crispr-Cas9.

De momento, comprobaremos con este tratamiento inicial (y contando con que resulte tan eficiente en su aplicación clínica como en los ensayos previos) si las promesas de esta tecnología están a la altura de sus resultados clínicos.

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