Horizonte de sucesos

En los sueños de los otros

Pedro Pujante

Pedro Pujante

El mundo de los sueños es una de las geografías más recurrentes en los géneros del terror y lo fantástico. Y, sobre todo, en la ciencia ficción. Los sueños son todavía un territorio misterioso. De hecho, la ciencia no ha sido capaz de dictaminar una teoría definitiva del sentido y funcionamiento de los sueños. Los sueños son, incluso para quienes los tenemos, experiencias extrañas que vivimos sin poder controlar. Sueños premonitorios, confusiones entre vigilia y sueño, sueños compartidos o seres que emergen de las pesadillas y que se adentran en el mundo real. A esta lista hay que añadir la invasión en los sueños de otra persona. En la novela Paprika, de Yasutaka Tsutsui, llevada al cine de animación y al manga, unos investigadores desarrollan en un laboratorio un método para intervenir los sueños de pacientes con propósitos psicoterapéuticos. Pero la técnica es robada y usada por un criminal con fines espurios, creando un caos frenético, entre el mundo de los sueños y la realidad, que se extiende a las calles de Tokio. La misma idea se plantea en la cinta La celda, de Tarsem Singh. Un asesino en serie esconde un secreto pero está en coma. La única manera de acceder a su mente es a través de un procedimiento experimental con el que una doctora consigue ser protagonista y espectadora de la mente enferma del psicópata. Accede a la mente del asesino para averiguar dónde mantiene retenida a su última víctima. Pero su mente es un territorio perverso.

En Origen, de Christopher Nolan, película que bebe directamente de Borges y de Paprika, también se trata, por medio de una droga y una tecnología experimental, de acceder a la mente de las personas con la intención de robarles información durante el sueño. Una banda de criminales, a través de los sueños, se filtra en la mente de su víctima esta vez con un propósito distinto: insertarle (originarle) una idea subconsciente que habrá de influir en su vida consciente. De nuevo los sueños son el paisaje compartido por el que viajan sus protagonistas.

Entrar en el mundo onírico de otras personas es, quizá, uno de los deseos más antiguos de la Humanidad. Porque si sabemos que nuestros sueños propios son historias alucinantes, poder visitar los sueños ajenos debe de resultar una experiencia sobrecogedora. Pero, la ciencia ficción se aleja de sentimentalismos y aspiraciones románticas para darle a la invasión onírica un carácter práctico. Esta misma idea es la que se desarrolla en el filme ochentero Dreamscape, protagonizado por Dennis Quaid. Unos científicos han logrado perfeccionar un sistema que les permite proyectarse en la mente de otras personas durante la fase REM del sueño. El presidente de los Estados Unidos sufre de pesadillas y se presta para ser tratado con el novedoso procedimiento. Ya podemos imaginar qué va a suceder en la mente del mandatario: una trama de magnicidio y conspiración política de primer orden en el mundo onírico.

No son pocas las películas recientes en las que alguien accede a los sueños de otros. Ya sea solamente como espectadores (Sueño lúcido, de Jun-sung Kim; Come True, de Anthony Scott Burns…) o de un modo más activo, como las que hemos comentado arriba. Sin embargo, la realidad es muy otra. Los sueños, de momento, siguen siendo uno de los pocos espacios privados en los que un mundo único se desarrolla para nosotros en exclusiva. El día que podamos compartirlos, y transformar estas historias de terror y ciencia ficción en realidad, habremos trascendido una de las últimas barreras de nuestra mente.

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