La balanza inmóvil

Llegó el día

Llegó el día de la apertura del año judicial. Una vez más, el jefe del Estado presidió el acto con la asistencia de las autoridades políticas y judiciales más importantes de España. Decía en otro artículo anterior, que estaba pendiente de lo que iban a decir en sus discursos tanto el presidente del Supremo como el fiscal general del Estado. Y como era de esperar, fue más de lo mismo. Peticiones, quejas y órdagos con la boca pequeña, por lo que todo seguirá igual. Es decir, nadie promete una mejora en los presupuestos generales del Estado para mejorar la justicia, tampoco nadie se compromete a renovar al Consejo General del Poder Judicial, que va para cinco años, y tampoco hay compromiso para cubrir las numerosas vacantes que existen en el Tribunal Supremo, lo que augura un colapso inminente. La paciencia que tienen los profesionales de la justicia, cuyos ingresos económicos dependen de que la misma funcione bien, es insuperable. No sé cómo aguantan tanto. Y, por si fuera poco, hay un Constitucional que ya todo el mundo, tristemente, se refiere a sus componentes, si son de derechas o de izquierdas. ¿Puede haber mayor despropósito, para socavar la justicia? Lo que se comenta en los bares y en las traperías es que si llega la ley de amnistía a ese tribunal, como la mayoría es de izquierdas, no la van a ver inconstitucional. Sin embargo, todos acaban de votar en contra del PSOE en el recuento de votos. Qué pena y que inseguridad da esa desconfianza en la justicia.

Pero veamos, lo que dijeron cada uno de los anteriores mencionados, en la apertura de ese año judicial, donde salvo el rey todos eran interinos. El presidente del Supremo: denunció el panorama desolador de la justicia y culpa al PSOE y al PP, pidiendo que dejen aparte los intereses partidistas (aparquen, las emociones y los tribalismos, dijo textualmente), reclamando un pacto para la justicia. Los efectivos del Supremo se han visto mermados en un 30 %, dijo Marín Castán. Tras quejarse de esas vacantes y del bloqueo del CGPJ, sentenció que era la hora de los grandes demócratas. No se cortó ni un pelo al manifestar que la amnistía atenta contra la separación de poderes, porque es una aberración y una bofetada al Alto Tribunal. Imaginan ustedes (y esto es cosa mía) celebrar horas y horas de declaraciones y pruebas, y más horas en debates y en la redacción de una sentencia nada fácil, para que después el gobierno diga que se pasa por el forro de sus leones las puñetas de los jueces. Miren, supongo que se le quitarían las ganas de trabajar, como mínimo. Y si no, que se lo digan también al juez Llarena, que se desgalilla en pedir a Europa que detengan ya de una… vez a Puigdemont, mientras esa misma Europa acaba de ver, cómo el ejecutivo enmienda las órdenes judiciales yendo su vicepresidenta a reírle las gracias a Bruselas al prófugo. Por su parte, el fiscal general del Estado, que aún no ha abierto diligencias por la pleitesía a un rebelde de nuestra justicia, defendió que la democracia no es inmovible. Claro, añado yo, pero tampoco es moldeable a los intereses de cada cual. También puso su atención en: la cúpula de la Iglesia por encubrir abusos; en controlar la venta de armas blancas a adolescentes; y, en la influencia de las redes sociales para las conductas autolíticas. Y terminó quitando importancia al movimiento independentista catalán al que ya no le ve peligro alguno, por su agotamiento. En definitiva, he echado de menos mayores propuestas para que la justicia funcione, y planteamientos más severos si no se respeta la separación de poderes.

Hoy, se apertura en nuestra Región también el año judicial, donde hay 150.000 casos pendientes de tramitar y resolver, con la sombra planeando de otra huelga, porque la prometida subida de salario no se ha producido. No sé por qué eso me lo esperaba, pues no es raro que se prometa una cosa y después no se cumpla, aunque se plasme en un documento. En conclusión, si hay más huelgas en justicia, si se aprueba una ley de amnistía y un referéndum sobre independencia, y encima el Tribunal Constitucional no inspira confianza alguna en la ciudadanía, no auguro un buen año judicial.

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