Plaza pública

La sopa boba

Creo que uno de los escándalos nacionales al que ya estamos acostumbrados, es la enorme cantidad de profesionales de la política, de procedencia pluricromatica, que ni han venido, ni tienen a donde ir cuando dejen de ser de ‘la casta’, desde López Miras hasta José Vélez

Rosario Segura Pérez

Al pasar por el atrio de una iglesia, la tuna deleitaba a unos recién casados y a los que nos agrupábamos al reclamo musical. Me recordaba tiempos pasados cuando era estudiante en Granada. Momentos en los que la tuna universitaria era protagonista de las noches nazaríes.

Y es que los tunos tienen una aureola de misticismo, de saudade, que recuerdan a los truhanes por esa naturaleza migratoria, típicos de la época ancestral. Es un atractivo especial para mí, que evoca sensaciones taciturnas que en algún momento todos hemos experimentado, al menos de jóvenes.

Los tunos tienen sus raíces en los obreros temporales que emigraban al sur de España en busca de empleo, aprovechando la captura del atún, para encontrar trabajo. Dicen que estos trabajadores de temporada pudieron haber inspirado a los estudiantes a llevar una vida errante.

Me quedo, sin embargo, con la interpretación del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita, que reflejaba a los tunos como estudiantes, una vez gastado el dinero de los estudios, en dilapidar sus mesadas, sobreviviendo a expensas de la música sin tener que trabajar en otros lares, como sucedía a muchos estudiantes de la ciudad gallega de Compostela.

Pero este hecho no es antiguo, sino que en la actualidad más bien está generalizado en la casta política. Me refiero a eso de trabajar fuera del ámbito político, convirtiendo la política en ‘la sopa boba’ de muchos que ahora nos gobiernan.

Creo que uno de los escándalos nacionales al que ya estamos acostumbrados, es la enorme cantidad de profesionales de la política, de procedencia pluricromatica, que ni han venido, ni tienen a donde ir cuando dejen de ser de ‘la casta’ (si la dejan alguna vez, por eso de las puertas giratorias); desde López Miras hasta José Vélez.

En el caso de Vox, que acaba de irrumpir en el gobierno regional, es llamativo como la UCAM se ha hecho con el poder, poniendo en la ejecutiva del partido a la familia ‘política’ de Mendoza. Pero lo más desconcertante es lo del compostelano de Galicia, Antelo, que, en diez años, al socaire de la UCAM, se hace con una organización política, que le lleva a la vicepresidencia de la región (al igual que su paisana Yolanda Díaz -salvando las ideologías- en el ámbito nacional).

Pero mucho me temo que poco cambiarán las cosas para los ciudadanos murcianos de a pie, salvo para el sindicato Solidaridad, y es posible que hasta, para algún empresario como Rivero, que, recordemos, posee importantes inversiones económicas en el avance de la agricultura en la zona cercana al Mar Menor y otras firmas añadidas. Ya lo veremos.

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