Las fuerzas del mal

Por favor

Por favor

Por favor

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Cuando me encuentro en una situación ridícula, cosa que sucede de vez en cuando, bien por mi culpa, bien por causa ajena, siempre me acuerdo de la capacidad de Sarah Jessica Parker de ponerse cualquier cosa loquísima encima que su estilista le haya dicho y salir con dignidad de la gala del Metropolitan. Es una cuestión de actitud. Miras a la cámara, a la mirada reprobadora, a quien te este señalando, sonríes, señalas de vuelta y buscas una salida. Suelo hablar de mi madre, pero es mi padre quien nos ha entrenado en esa actitud. Tener a toda la familia arrinconada en la esquina de un bar mientras hacía striptease al ritmo de You can leave your hat on de Joe Cocker, y su mujer diciendo que debajo de la camisa llevas la elástica y él quitándosela cortando un tirante, eso marca carácter. «Papá, por favor» se ha convertido en una advertencia que anuncia una de esas situaciones, para no terminar deslumbrado por ir a las luces de los flashes, Caroline.

Por eso a mí me pareció un gesto tierno lo de la madre de Rubiales. Grandilocuente, exagerado, equivocado, acogiéndose a sagrado para luego salir para Urgencias. En lugar de «Señora, por favor» que es un reproche, era más bien «Mamá de Rubiales, por favor». Ya digo que no seré yo quien critique lo que una madre hace por su hijo, que la mía me mata.

«España es una cosa que te la cuentan y no te la crees», creo que es la mejor definición de lo que es este país, en algunas ocasiones y sobre todo en los últimos tiempos. La ha citado, de fuente no recordada así, a vuela pluma de tuit, Lidia García, autora del podcast y el libro sobre la copla Ay, campaneras, que ustedes deben leer.

Así que esta semana hemos tenido para saturarnos de incredulidad, aparte de lo de la madre de Rubiales. Alberto Núñez Feijoó reuniéndose con el mismísimo demonio socialcomunista bolivariano para que lo dejara gobernar, proponiéndole seis pactos de estados, seis, como seis mihuras, cuando tiene pudriéndose en la nevera la renovación del CGPJ sólo viene a demostrar, de manera ridícula, la concepción patrimonial del poder que tiene la derecha española, que hará cualquier cosa, un tamayazo, comprar diputados de C’s o incluso rogarle a quien se le amenazó con derogar. Moreno Bonilla lamenta que no se pueda llegar a una gran coalición, a la alemana. No está de más recordarle que, para eso, la derecha alemana ha renunciado a gobiernos territoriales, precisamente para no pactar con la ultraderecha.

Para rematar, el penúltimo acto de esta interminable comedia de errores, con la vedette tragicómica que gobierna la Comunidad de Madrid, que ha dicho, de manera grave y pomposa, que ser filete es un peligro en este régimen opresor que quiere llevarnos a la república laica, federal y plurinacional. Yo simplemente le recuerdo, como apunte, a esta muchacha falangista de corazón, y a su cuadrilla emocional, que los años dorados de esa historia de España que tanto claman fueron, precisamente, plurinacionales y más que federales, confederales. Y si hubieran sido laicos, sin las guerras de religión, nos habría ido mejor. Por favor.

Suscríbete para seguir leyendo