Tribuna libre

El esperpento del convenio de la hostelería

Soledad Díaz

Pues sí, así se podría definir, esperpento, el punto en el que se encuentra el tan traído y llevado, comentado y todavía pendiente de ver la luz Convenio de Hostelería de nuestra querida Región de Murcia.

Es como el día de la marmota, pero con consecuencias mucho más graves y con distorsiones importantes para el correcto funcionamiento del sector hotelero-hostelero, actividad que se ha convertido en motor básico de la economía regional y, consiguientemente, con un impacto relevante en las cuentas de las Administraciones públicas. Cada una en el rango que le corresponde.

La falta de solución a este conflicto afecta a un gran número de cotizantes de la Seguridad Social que no ven sus remuneraciones adecuadas al momento económico que vivimos. Pero estos trabajadores sí saben que, en otros puntos de la geografía española esas mismas remuneraciones son mucho más elevadas, y, por tanto, la consideración y la protección del empleo del sector servicios responde de forma más acorde a la importancia de su desempeño y a la mejora de las condiciones de vida.

Si, como parece, el mayor problema lo constituye el salario base de partida, es un error no firmar cuanto antes, ya que la situación general de la economía es cambiante en un contexto como el actual, con una nueva subida del SMI y una gran tensión inflacionista que, además coincide conmunos momentos de baja producción en el sector turístico-hotelero en la costa murciana por razón de la estacionalidad que, como es sabido, concentra gran parte de la misma en la oferta hotelera de la costa de la Región de Murcia.

Se echa en falta que, tras la fallida firma del convenio de hostelería en el pasado mes de julio, nadie mencionara ni reparara en la capacidad negociadora de las partes, sino que tan solo se puso en cuestión la representatividad de una de ellas para la formalización de dicho acuerdo.

‘Doctores tiene la iglesia’, y de un convenio justo en el momento oportuno de subidas conocidas por todos, donde casi nadie se percató, ni leyó ni fueron capaces de ver los cambios que se avecinaban, teniendo en cuenta además que el convenio ha que firmarse sí o sí por ética y por responsabilidad profesional. Todas las instituciones empresariales salieron en tromba a descalificar y desautorizar, pero poco o nada hicieron ni hacen por encontrar una solución al bloqueo en el que se encuentra el Convenio de Hostelería y, con ello, eliminar tensión e incertidumbre para ambas partes.

Es decir, salir del día de la marmota y dejar atrás el esperpento de la situación actual. Ambos provocan aburrimiento.

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