Primera RFEF

El Real Murcia purga sus vergüenzas con un triunfo ante el Baleares (2-0)

Los granas, después de una semana de alta tensión y bronca en el vestuario, vuelven a ganar en casa casi tres meses después gracias a los goles de Alberto González e Isi Gómez y suman tres puntos fundamentales que les permiten alejarse de la zona de descenso 

Ángela Moreno

Ángela Moreno

El Real Murcia lleva semanas siendo un niño malo. Un niño de esos que ningún profesor quiere tener en su clase. Un niño de los que sus padres, perdido el control, se desentienden. Un Real Murcia que se salta las clases, que no hace los deberes, que falta el respeto, que es el temor del colegio... El bad boy de la Primera RFEF, pero no en el campo, donde el pasotismo era evidente, más en el vestuario, donde nadie les ve. Y como papá Felipe Moreno no es capaz de leerles la cartilla, como papá Felipe Moreno les da la paga religiosamente, pues para qué corregir la actitud. Y así andaba el Real Murcia, de guerra en guerra, de incendio en incendio, con un vestuario en el que falta calidad pero sobra ego, un vestuario en el que Pablo Alfaro, en vez de hacer de bombero, es como esas pastillas de parafina que sirven para encender los fuegos.


Fue Melilla el punto algido del incendio, el momento crítico. Da igual que desde la plantilla se niegue, porque hay cosas que no se pueden negar, porque por no saber no saben ni mentir. O cómo es posible que nieguen las broncas de dentro y hablen de "faltas de respeto", "de gente que enmierda", "de cáncer", "de bisturís"... Cómo es posible. Porque nadie quiere que le publiquen sus vergüenzas, y esta semana todas las vergüenzas del vestuario del Real Murcia han visto la luz. 

Y a lo mejor, esas vergüenzas que se iban agravando mientras estaban bajo la alfombra, esas vergüenzas que nadie castigaba, esas vergüenzas que no inmutaban a Felipe Moreno y a todos los palmeros que tiene en el consejo de administración y en las oficinas, esas vergüenzas, al salir en la prensa, al ser conocidas por todo el mundo, han hecho avergonzarse a una de las peores plantillas que ha pasado por aquí. A lo mejor por eso, este domingo en Nueva Condomina ante el Atlético Baleares la actitud ha sido diferente. A lo mejor por eso, se ha vuelto a ganar en casa casi tres meses después. 

Victoria sentenciada al descanso

A lo mejor por eso, al descanso, el Real Murcia, sin ni pisar el acelerador, había firmado la mejor primera parte desde hace semanas. Lo decían las ocasiones generadas, lo decía la actitud de los futbolistas, lo decía la intensidad y lo decía sobre todo un marcador que más que una alegría era un consuelo para esa afición que en enero ya está deseando que acabe esta campaña.

Porque al descanso del duelo ante el Atlético Baleares el Real Murcia ganaba por 2-0. Y lo hacía merecidamente. No se habían conformado los granas con dominar unos momentos y echarse la siesta, como siempre, le habían puesto ganas desde el principio. Y, pese a sus limitaciones, para ganar al Baleares valía. Porque es verdad que los de Juanma Barrero son un equipo de descenso, pero también es verdad que viendo la trayectoria del Real Murcia de Alfaro, el Real Murcia no ganaba ni a los equipos de descenso, como se vio en Melilla.

Isi Gómez lidera el trivote

Le sentó bien al Real Murcia el trivote en el centro del campo. Le ha costado verlo al técnico maño, más acostumbrado a los partidos de Champions que a los de Primera RFEF, pero por fin parece que lo ha entendido. Un trivote que funciona mejor si está Isi Gómez, ya al 100% después de varias semanas encadenando lesiones. Con el ex del Depor, los murcianistas ganan en control y futbolistas como Larrea y Tomás Pina no son tan retratados por el rival. 

Creció el Real Murcia desde el centro del campo, ganando batallas e intentando encontrar rápidamente a Carlos Rojas, que por la derecha tiene mucho más peligro. El joven atacante fue uno de los grandes protagonistas, apareciendo en la mayoría de acciones de ataque de los murcianistas. Buscó la meta de Ramón Vila desde el principio y, aunque a veces se ve superado por su falta de experiencia, lo sigue intentando, creando una especie de vértigo que este domingo dejó KO al Atlético Baleares. 

Un poste y dos goles

A la media hora (28'), Rojas estrelló un balón en el poste, confirmando los buenos minutos de los granas, que solo pecaban de falta de claridad en los últimos metros. Pero hasta así, eran los únicos que comparecían sobre el campo, con un Baleares desbordado y que solo se acercó al área de Manu García en el minuto 3.

Alberto González en la acción que acabó con el primer gol grana

Alberto González en la acción que acabó con el primer gol grana / Juan Carlos Caval

Se veía el Real Murcia cerca del gol, se veía superior al Atlético Baleares y se veía avergonzado, dispuesto a pagar por sus pecados, a hacer caso a Pedro León, y no seguir avivando el fuego del descenso, porque hacia ahí se encaminan los granas si siguen dando rienda suelta a sus egos y si siguen escuchando a sus jefes hablar de "paciencia" y demás tonterías. 

Pedro León se conformaba con jugar por la izquierda, para dar altitud al equipo con un veloz Carlos Rojas por la derecha, y Álex Rubio ya no tenía motivos para seguir pataleando, al entrar en el once titular. Todo parecía funcionar, el Real Murcia se tomaba una tregua en su guerra, esa guerra en la que todos han señalado a Rodri Ríos, pero en la que hay muchos más culpables. Pero ya sin Ríos, había que demostrar que 'aquí paz y después gloria'. Y esa paz llegaba en el minuto 29, cuando Alberto González aprovechaba un disparo mordido de Pedro León para empujar a gol.

Dio el Real Murcia un paso atrás, un paso atrás que dio miedo pese a que el Atlético Baleares no asustaba a nadie, pero un paso atrás poco entendible teniendo en cuenta la necesidad de ganar y por goleada, porque las goleadas hacen olvidar los problemas, y Alfaro y sus chicos lo que más necesitan es que nadie se acuerde de los ridículos que andan firmando dentro y fuera del campo.

Durante diez minutos desaparecieron los granas del ataque, durante diez minutos se dedicaron a mirar más atrás que adelante, pero de nuevo apareció Carlos Rojas para lanzar a los suyos. Carlos Rojas hizo de lanzadera e Isi Gómez puso la paciencia para recibir el balón, colocárselo y encontrar el hueco. Cuando ya tenía todos los ingredientes, batió a Ramón Vila, poniendo un 2-0 que permite engordar el colchón sobre el descenso.

Dani Vega y Arturo, al campo

Se dejaron los jugadores el ego en el vestuario, como el que se va un fin de semana a una jornada espiritual, y también lo hizo Alfaro, que se dejó de generar crisis tirando de futbolistas del filial mientras condenaba a los suyos propios. Con los ánimos más calmados en la segunda parte, donde el marcador daba tranquilidad y el Atlético Baleares no mordía -cuando lo hizo apareció Manu García para sacar un disparo de David Ortega (53), empezaron a llegar los cambios. En el primero, Dani vega, después de sus 0 minutos en Melilla, saltaba al campo, sustituyendo a Pedro León (62). Solo cinco minutos después, Alfaro volvía a bajar sus propios humos, apostando también por Arturo, otro de los castigados en el Álvarez Claro.

El Real Murcia perdió la verticalidad en la segunda parte, nunca fue constante en sus ataques como en la primera, pero aún así seguía llegando. Estrellaba un balón Carlos Rojas en la defensa tras un pase de Dani Vega y lo intentaba Álex Rubio en un córner.

Pero si el choque ante el Atlético Baleares era el de la reconciliación, el de marcarse un Rey Juan Carlos y decir 'perdón, nos hemos equivocado. No lo volverémos a hacer', faltó algo, faltó más ambición en la segunda parte, faltó el querer más goles, el dar la sensación de que este equipo no es flor de un día, como lo fue en la primera vuelta cuando también se ganó precisamente a los baleares. Se fue apagando el equipo poco a poco, que ya no tenía las carreras de Rojas, sustituido por Mariano Carmona, ni la guía de Isi Gómez en el centro del campo. Arriba, Dani Vega y Carmona eran los hombres más adelantados de un equipo sin delanteros en el banquillo por la lesión de Carrillo y la salida de Rodri Ríos.

A los aficionados ya solo les quedaba conformarse con pequeños arreones, con que el Baleares no tuviera ningún momento de inspiración y con celebrar la victoria en casa, por si hay que esperar otros tres meses para que llegue la siguiente.