Tribuna Libre

Medidas incompatibles contra los principios del Plan de Movilidad

Es incuestionable que «no podemos edificar una democracia sobre el enfrentamiento permanente entre el pueblo y su autoridad. De alguna manera vamos a tener que solucionar este conflicto». Por el bien de la ciudad amable que Murcia está convocada a ser

Una de las reuniones sobre el Plan de Movilidad presidida por José Ballesta, alcalde de Murcia, el pasado mes de noviembre

Una de las reuniones sobre el Plan de Movilidad presidida por José Ballesta, alcalde de Murcia, el pasado mes de noviembre / Juan Carlos Caval

Joaquín Contreras

Joaquín Contreras

El calendario avanza inexorablemente y los plazos que Europa concedió al Ayuntamiento de Murcia para implementar las obras del Plan de Movilidad Sostenible van llegando a su fin. Las promesas de Ballesta de doce proyectos en sus primeros cien días, anunciadas en el Barrio del Carmen en vísperas del 28M, poco se han hecho notar.

El cambio de Gobierno municipal ha ocasionado un parón en tales obras por la discrepancia y enfrentamiento entre PP y PSOE, que llevó a José Ballesta a la promesa explícita de paralizar las mismas tan pronto volviera a La Glorieta, con la única constatación de cambio fehaciente hasta la fecha de la reincorporación del coche privado por el Puente Viejo y Plaza de Camachos, innecesaria, porque ya tenían entrada al Barrio del Carmen por el Puente Miguel Caballero, pero al parecer, forzosa para aparentar cumplir una promesa baldía que de haberla consumado hubiera llevado consigo la devolución de los fondos europeos con que se financió. 

El Plan de Movilidad en la práctica no se puede paralizar ni modificar sustancialmente durante al menos cinco años.

Tras medio año de inacción, el concejal del área ha lanzado un plan de retoques puntuales, tratando de ajustar una puesta en funcionamiento sin duda conflictiva y muy mejorable, y que de antemano podría contar con una actitud de apoyo social amplio, siempre que no afecte a la base de un Plan de Movilidad cuyo fin último es la descarbonización y descontaminación de las ciudades de más de 50.000 habitantes, con la implantación de unas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) y la promoción de una ciudad pensada más en función del peatón que del coche privado. 

La base de este cambio es una red de transporte público eficaz y suficiente y una red de aparcamientos disuasorios que permita dejar el vehículo privado en el extrarradio de la ciudad. En nuestro caso, este ha sido, sin lugar a dudas, el mayor inconveniente y déficit para una implementación del Plan de Movilidad Sostenible, que podría preverse conflictiva porque supone un cambio sustancial en el sistema de movilidad personal en una ciudad de casi 500.000 habitantes con un muy mal servicio de transporte público y, por ende, ligada casi necesariamente al coche privado. La clarividencia del problema, indiscutible por parte de todos, debería facilitar la búsqueda de soluciones sin descartar un aplazamiento de su puesta en funcionamiento que Europa tendría que autorizar: Red de transporte público eficiente y sostenible, más una red de aparcamientos disuasorios en el extrarradio

Pero no es por ahí por donde se dirigen las primeras medidas anunciadas, que eluden el ámbito central del problema. Plantean medidas incompatibles con los principios y filosofía de un Plan de Movilidad, llegando a proponer la supresión de carriles segregados: bus y bici. Y tergiversando conceptos básicos y definitorios de un Plan de Movilidad Sostenible, como es el caso de los aparcamientos disuasorios.

Aparcamientos disuasorios: son por definición la herramienta básica para la consecución del objetivo principal de los Planes de Movilidad Sostenible, que es la implantación de zonas de bajas emisiones en las ciudades de más de 50.000 habitantes y la transformación digital y sostenible del transporte urbano. 

El objetivo de estos aparcamientos es disuadir de la utilización del vehículo privado motorizado, facilitando un lugar dónde aparcar el coche a las afueras de dichas ciudades, y facilitando continuar el viaje hacia el núcleo urbano de la ciudad u otros municipios o centros atractores, utilizando modos de transporte más sostenibles en la última etapa del viaje, como el transporte público o la movilidad activa (caminar, ir en bici...). Se pretende contribuir así a la mejora de la calidad del aire, al reducirse las emisiones contaminantes ,y a la mitigación del cambio climático, disminuir el consumo de energía final en el transporte y reducir en general las externalidades provocadas por el vehículo privado motorizado en la ciudad, como la ocupación de espacio público, el ruido o la inseguridad vial. Son aparcamientos que disuadan de acceder en coche al núcleo urbano donde se encuentran, estarán ubicados en la periferia del núcleo urbano y siempre en el exterior de los cascos históricos y las ZBE.

Hemos utilizado casi literalmente la normativa publicada por el Mitma, gestor de las ayudas europeas dispuestas para este fin.

Si nos atenemos a esta norma, no tiene sustento alguno el planteamiento último del Ayuntamiento de Murcia de promover aparcamientos subterráneos urbanos que se califican como disuasorios, puesto que por su ubicación en el casco urbano en el ámbito propio de las ZBE, lejos de disuadir promueven el acceso a la ciudad en el vehículo privado, que por definición del propio Plan se trata de eludir. El efecto llamada de más vehículos al centro de la ciudad y a las ZBE de estas propuestas es innegable, en contradicción con los principios del Plan de Movilidad.

El equipo de Gobierno municipal vuelve a plantear unos elementos que han sido desechados en ocasiones por la ciudadanía y el movimiento vecinal, como es el caso del aparcamiento propuesto en el entorno de San Esteban en 2009, Calle Floridablanca en 2011, o, mucho antes , Vistabella bajo la Avenida de la Fama en 1992.

No parece muy atinado tropezar tantas veces en la misma piedra cuando un análisis detallado de la situación no avala la propuesta más allá de razones de pura especulación con una utilización del subsuelo del que podría privar a Murcia de un futuro no tan lejano de servicios como el metro o suburbano, como ya poseen ciudades de menor calado que la séptima de España que Murcia es, como Granada o Alicante. Independientemente de los restos del pasado de los que en algún caso existen pruebas, como existían y se negaban en San Esteban.

En el caso del Barrio del Carmen, el aparcamiento del Cuartel de Artillería, a tan sólo unos metros del centro de la ciudad y en pleno barrio, permanece vacío en gran parte, y una perspectiva próxima en el tiempo brindará nuevos aparcamientos públicos en la nueva Estación del Ferrocarril.

Las encuestas de opinión realizadas por entidades solventes proclaman que nueve de cada diez murcianos reclaman mejorar el servicio de autobuses. Mientras tanto, el actual Gobierno municipal alienta el uso del coche privado, obviando el talón de Aquiles del Plan de Movilidad, que no sin razón reprocharon al Gobierno anterior: inversión y puesta en marcha de un servicio de transporte público de calidad que debe ser el eje del Plan, junto a una red de verdaderos aparcamientos disuasorios que actúen como intercambiadores de medio de movilidad.

Es incuestionable que «no podemos edificar una democracia sobre el enfrentamiento permanente entre el pueblo y su autoridad. De alguna manera vamos a tener que solucionar este conflicto». Por el bien de la ciudad amable que Murcia está convocada a ser, pero también por el de un futuro próximo que lamentaría unas nefastas medidas tomadas hoy por el Gobierno de José Ballesta, que impedirían desarrollos imposibles por la hipoteca sobre el subsuelo de arterias principales de la ciudad, como Avenida Floridablanca o Jorge Palacios. 

Con los mismos lamentos inservibles con que hoy lloramos la decisión de un presidente regional en 2001 que, en aquel Pacto de San Esteban, nos privó hoy de un tren AVE que habría vertebrado la Región desde Hellín hasta Cartagena.

¿Va a patrocinar, Sr. Ballesta, otro pacto tan lamentable como aquel, rubricado hoy con su firma, pero cambiando la sede? ¿Tal vez El Pacto de La Glorieta, de 2024?

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