Las fuerzas del mal

El bolso del rey

El rey necesita un bolso, como el que su tía Isabel de Inglaterra usaba para pedir que la sacaran de una situación

Los reyes de España con la difunta reina de Inglaterra y Felipe de Edimburgo

Los reyes de España con la difunta reina de Inglaterra y Felipe de Edimburgo

Enrique Olcina

Enrique Olcina

Los milagros son hechos que se atribuyen a una intervención sobrenatural de origen divino. Creo que divino sería que el rey llevara un bolso. Bueno, y un milagro.

Todos vimos a Su Majestad como un Melchor con ceñitos el día de la toma de posesión del Gobierno. Ese aparente disgustazo no le salvó ser llamado felón, masón y traidor, mientras le pedían que interviniera ante esa cosa terrible de gobierno por la que se mostraba tan enfadado. De igual manera, apenas días después, todos vimos como la sonrisa no le cabía en la boca en la toma de posesión de Milei.

Pareciera que con ello quisiera indicar el símbolo que representa a todos los españoles, incluso a los que no se sienten representados por ese símbolo, que el rey está disgustado con algo tan constitucional como un nuevo ejecutivo y, sin embargo, se alegra muchísimo de que alguien como Milei tome las riendas del estado argentino, quizás deseando algo así para España, si elucubramos mucho.

Eso último, sin embargo, no puede ser posible porque en su discurso de Navidad afirmó desear para los españoles todo lo contrario. «Hay otra dimensión de la Constitución», dijo, «en la que a menudo no reparamos, y que sin duda es también muy importante: la que nos permite [...] expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno... Todos esos hechos diarios -y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege» . Todos ellos hechos que Milei ha ido atacando, uno a uno, en su última regulación ejecutiva, en la que pide tales poderes plenipotenciarios que si lo hubiera hecho Maduro estaríamos comiendo arepas venezolanas todos los días en los telediarios, pero se ve que los panqueques argentinos de la libertad carajo se riegan con el sirope del asombro, porque aun liberticidas, son regulaciones de derechas. Qué casualidad.

No es posible que la sonrisa del rey demostrara tal complicidad de la misma manera que no es posible que el ceño del rey demostrara enfado ante algo tan normal como una toma de posesión. Imposible y, sin embargo, sonrisa y ceño están ahí. En Zarzuela necesitarían ver varias veces el capítulo de la tercera temporada de The Crown cuando, ante el intento de Lord Mountbatten de usar la Corona para un golpe de Estado incruento frente a Wilson, premier socialista como Sánchez, que era el horror que iba a destrozar la democracia, como Sánchez, la reina Isabel le dice a las claras que no iba a hacer nada, porque no haciendo nada y esperando a que los ciudadanos que han votado a Wilson dejen de votarlo, es como, desde la Corona, se defiende la democracia.

El rey necesita un bolso, como el que su tía Isabel de Inglaterra usaba para pedir que la sacaran de una situación, o cualquier otro elemento arcano como tocarse los puños de la chaqueta o pestañear en morse, pero sobre todo necesita encontrar el camino de enmedio entre sonrisa y ceño, y que no sepamos qué piensa, porque eso sí que no nos interesa.

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