La balanza inmóvil

Las cabañuelas

Sea como sea, y acierten más o menos, la realidad es que no hay que ser un adivino para saber que, tal como vamos, el final no puede ser bueno

Pedro Sánchez observa a Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo.

Pedro Sánchez observa a Carles Puigdemont, en el Parlamento Europeo. / RONALD WITTEK / EFE

«En la mano tuviste la cabernera» y «al primer tapón, zurrapa» son expresiones que se utilizan en ese noble y silencioso juego del dominó. Para significar, en cuanto a la cabernera, que la clave de la partida por parejas estuvo en su momento en echar una ficha determinada por parte de uno de los jugadores, y que fallas a un número concreto desde el principio, para el segundo refrán. Pues bien, esas sabias frases del juego de las 28 fichas pueden ser de aplicación a la historia viva de la España actual. En nuestra mano tuvimos la cabernera, cuando fuimos a votar en las elecciones generales, pues una vez no ganadas por el partido que gobierna en la actualidad, se producen unos pactos -tan legales como bochornosos- con los que reniegan de ser españoles y que les permite estar en La Moncloa. Y eso es «al primer tapón, nos dieron zurrapa», no solo incumpliendo lo prometido en campaña electoral, sino también pactando con los enemigos de España y la monarquía, y con un fugado de la justicia española al que se venera y legaliza, en contra del principio básico de la separación de poderes en todo Estado de Derecho. Se gobierna España con los que no la quieren y con los fugados, que son los encargados de organizarnos la vida a todos los españoles desde el extranjero. Ni el más brillante de los videntes hubiese sido capaz de adivinar esta zurrapa, máxime si con anterioridad a las elecciones se había dicho lo contrario por los mismos que ahora admiten amnistía, independentismo, referéndum y hasta se hacen fotos con los prófugos de la justicia. Qué fuerte me parece todo esto.

Y hablando de videntes, estamos en el mes de diciembre, que como dicen los zamoranos, es un mes de «sonsones (cencerros), caroches y zangarrones». Dará comienzo muy pronto al periodo de año nuevo, de doce días (uno por cada mes del año) con sus doce noches, donde -como sucede en el estío- se deducen los presagios climáticos (e incluso predicen la suerte que nos deparará el destino) sobre el año entrante. Y como sucede con la lluvia fina, o ‘chirimiri’, ‘orballo’, ‘chipichipi’, ‘mollizna’, ‘llovizna’, ‘calabobos’, según la zona de España, estas predicciones del tiempo también reciben diferentes nombres dependiendo de las tradiciones. Así, en el centro y sur de España, al igual que en Sudamérica, se les denomina ‘cabañuelas’ (antigua festividad judía del Tabernáculo), para definir el conjunto de métodos tradicionales de predicciones meteorológicas a largo plazo, sin base científica alguna, pero con mayor efectividad de lo racionalmente esperado.

Se observan los doce primeros días del año y, según el clima de cada día, así será el del mes correspondiente. En el norte de España se denominan ‘témporas’, y en Extremadura ‘canícula’. Sea como sea, y acierten más o menos, la realidad es que no hay que ser un adivino para saber que, tal como vamos, el final no puede ser bueno. Mientras sean los delincuentes los que tengan la sartén por el mango gubernamental, y además presuman de ello, para obligar a hacer las leyes que les benefician, ordenando desde fuera de España, con un mediador experto en terrorismo exigiendo eliminación de delitos, aprobando amnistías, y exigiendo la condonación de su deuda, y por qué no, una indemnización por el maltrato psicológico que ha sufrido por parte de España, nada puede salir bien. Ni el Estado de Derecho, ni los principios de igualdad de los españoles ante la ley, ni la separación de poderes, base de toda democracia, lo permiten, sin peligrar la convivencia y el respeto a esa Constitución que tantas veces repitió el jefe del Estado en su discurso de Nochebuena.

Doce noches santas, fiesta de la ‘koliada’ (divinidad del sol renaciente entre los eslavos) y las cabañuelas, ilumínanos, aunque sea observando la forma de las nubes, la dirección del viento o las características del sol, la luna, o las estrellas. 

Observa la niebla, el rocío de la mañana, el arco iris y el granizo, si hace falta, pero predícenos, por favor, que el año 2024 va a ser mejor que el anterior. Que la justicia ocupe el lugar que le corresponde, y que sea como hasta ahora ha sido: independiente y garante de la legalidad e igualdad entre los españoles. Dios del sol, ángel de la guarda, o cabañuelas de enero, a vosotros os pido todo esto. Sin necesidad de intermediarios ni mediadores. Directamente, con agobio y esperanza, por ser una apremiante necesidad.

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