Entre España y Uruguay

Bernar Freiría ha escrito una obra reposada, contemplativa, que es la crónica de una época, pero en su generosidad ha hecho algo más aún. Nos ha permitido conocer, apreciar y querer a un ser humano, en toda su complejidad

'La orilla de los Artigas', de Bernar Freiría

'La orilla de los Artigas', de Bernar Freiría

José Antonio Molina Gómez

José Antonio Molina Gómez

Bernar Freiría ha conseguido, con su nueva novela, La orilla de los Artigas (M.A.R. editor, 2023), un fiel retrato de nuestra época reciente, marcada por el impacto de la crisis inmobiliaria. En un arco cronológico que abarca más de una década seguimos la trayectoria vital de Elisa, una mujer en cuya existencia la amenaza de embargo no ha sido el golpe mayor que ha recibido. Madre independiente de tres hijos, vive divorciada de Fabio Artigas, adinerado narcisista y manipulador, cabeza visible de una aristocracia uruguaya perteneciente al selecto grupo de elegidos que ha llevado el país en la palma de su mano. Uruguay, de hecho, está en cada página de la novela; es una presencia amorosa, benéfica, en la que el cariño por el país supera con mucho las penalidades de una catástrofe familiar y personal que la protagonista hace tiempo dejó fuera de su vida, cuando aparece ante los ojos del lector.

Lejana pero palpable está la sombra alargada de dos dictaduras, la uruguaya y la española. Elisa, años después de haber abandonado a su marido y dar la espalda a Uruguay, sin abdicar jamás de su conciencia ni de su humanidad, afronta ahora la amenaza de embargo por haber avalado la compra de una vivienda; y es en ese momento de lucha contra los desahucios, cuando el azar la pone en contacto con un amante ocasional que tendrá una importancia crucial en su vida personal. Esforzada siempre por lograr el bienestar de sus hijos, y luchando por no sucumbir bajo el peso de circunstancias abrumadoras, esta mujer comprende a lo largo de su vida la necesidad de confiar en los demás; y contempla, como madre, el proceso de madurez y crecimiento de sus hijos, con momentos críticos y traumáticos en ocasiones, pero enriquecedores, porque la novela está planteada en gran medida como una historia de formación, de aprendizaje, a lo largo del cual Elisa se convierte en una persona más compleja, sabia y comprensiva con la realidad que la rodea constantemente, que exige, sin descanso, una rápida respuesta.

Es mérito del autor no haber desarrollado la historia de manera centrada exclusivamente en su protagonista. Freiría sabe dar voz a los integrantes de este fresco de la historia de España (y en parte no desdeñable, también, de la historia de Uruguay), haciendo que la obra se vuelva plenamente coral, y así, el narrador omnisciente cede su puesto para que hablen con sus propias palabras, con los giros propios de la edad, o de la geografía uruguaya y española peninsular, los hijos de Elisa, y finalmente su pareja. La aceptación de la obra del tiempo, la convicción dolorosa de que ni la buena educación de los hijos, ni su cuidado solícito, exime a estos de tomar decisiones perjudiciales para sus intereses (pero que deben ser aceptadas como plena muestra de su libertad y de su responsabilidad), va modelando consecuentemente el alma de Elisa; pues desde una desconfianza inicial, una renuencia a poner en manos de otras personas (por muy importantes y queridas que sean) aspectos esenciales de su vida, desemboca hacia una confianza plena, que para ella es mucho más que dialéctica; es auténticamente liberadora en el plano personal. 

La amenaza inesperada que se cierne sobre su salud, lejos de debilitarla o de socavar su deseo de vivir y sus ánimos, la predispone aún más hacia una sana aceptación del destino, en tanto que es un destino compartido con aquellos que conforman su universo personal. Su repentina debilidad representa, paradójicamente, el triunfo de su conciencia y la máxima plenitud de su propia valía, lejos ya el espejismo de poder vivir dentro de una zona de seguridad emocional, sin que los demás participen de ella. Elisa llega a ser una nueva mujer, diferente y más sabia. El lector puede seguir su trayecto emocional de persona de carne y hueso en el camino hacia una vida humana plena y dotada de sentido. Bernar Freiría ha escrito una obra reposada, contemplativa, que es la crónica de una época, pero en su generosidad ha hecho algo más aún. Nos ha permitido conocer, apreciar y querer a un ser humano, en toda su complejidad y con toda su riqueza.

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