Tribuna Libre

La guerra económica: Inflación y deflación

Antonio Balibrea

Europa y Estados Unidos han tenido problemas con el aumento de los precios al consumidor durante los últimos dieciocho meses, con una inflación todavía muy por encima del 2%, objetivo de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo, a pesar de haber aumentado los tipos de interés para frenar la demanda. China se enfrenta a un problema diferente: la deflación. Según las estadísticas oficiales últimas, los precios al consumidor habían caído un 0,3% durante el último año después de estar estancados durante meses. El crecimiento apenas supera el 2%, cuando se habían planteado el 6% y venían de tasas de dos dígitos antes del covid.

La inflación tiene orígenes diversos. Hay una inflación porque la demanda ha crecido de forma sustancial incentivada por las grandes inversiones promovidas desde los gobiernos europeos y norteamericano con el plan europeo de recuperación (Next Generation) que ha supuesto billones de euros en inversiones en energías renovables, y la ley Biden de Rescate tras el covid y la de Reducción de la Inflación que puso billones de dólares para las energías renovables y la renovación de todas la redes del transporte en EE UU. Estos planes han tenido y están teniendo, tres efectos fundamentales: han aumentado la ocupación casi rozando el pleno empleo, más en Estados Unidos, devolviendo a Norteamérica industrias que se habían ido a Europa o China; han mejorado los salarios, el precio del trabajo, reforzando a los sindicatos; y están sustituyendo las energías fósiles por las renovables. La fuerte inversión pública y la demanda privada de los trabajadores que tienen más poder adquisitivo es una de las causas de la inflación. 

Hay otro tipo de inflación provocada por la reducción de la oferta. La de cereales provocada por la guerra en Ucrania, pero sobre todo la que dirige Arabia Saudí al frente de la OPEP y ahora unida a los BRIC limitando la producción mundial de energías fósiles haciendo subir el precio de los barriles de crudo. Los petrodólares acumulados durante décadas se dirigen a inversiones en Europa y Estados Unidos; mientras que China ha invertido cientos de millones de dólares en África y Asia en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (B.R.I.) del presidente Xi, y al margen del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. 

Paradójicamente, los bancos centrales - el BCE, la Reserva Federal- han subido en un tiempo récord los tipos de interés, o lo que es lo mismo el precio del dinero, para conseguir que la inflación vuelva al 2% y, esto lo añado yo, para conseguir que el capital mantenga, incluso aumente, su trozo de tarta del PIB, sus beneficios, al subir el precio del dinero. Aun así, los capitales acumulados en fondos estatales y de inversión son tan enormes que su circulación mundial es incontrolable por los bancos centrales. 

Mientras Estados Unidos tiene pleno empleo, con más puestos vacantes que personas sin trabajo, y la UE se acerca al pleno empleo; China enfrenta enormes problemas de desempleo. La tasa de desempleo de los jóvenes de 16 a 24 años alcanzó un récord del 21 por ciento en junio, aunque algunos expertos creen que en realidad es aún más alta. Al reducirse el comercio la producción se reduce; la vivienda ha entrado en crisis y el valor del trabajo baja con lo que después del covid la gente sigue guardando y gasta menos. Es el origen de la deflación y posible recesión.

La política de limitar el comercio con China, especialmente de semiconductores y tecnologías punta por seguridad nacional, también exacerba según Larry Summers la inflación porque reduce el poder adquisitivo de la clase media norteamericana. Summers, quien fue asesor de Obama, es el gran crítico de las políticas expansionistas de Biden en Estados Unidos. Para él, hasta que el paro no esté en torno al 5-6%, la inflación no podrá controlarse al 2%. A la limitación del comercio con China se pueden añadir los estrangulamientos en las redes comerciales, puntuales pero estratégicos, como Suez o Panamá. La limitación del comercio con China perjudica especialmente a Alemania que es el motor de la Unión Europea y sin duda frenará el crecimiento de esta. 

En suma, hay distintas estrategias económicas que ni el G-7, ni el G-20, ni los BRIC, están dispuestos a coordinar. Y hay inflación de demanda, pero también de limitación de oferta. En el fondo subyace el relevo de las energías fósiles por renovables y el precio de parar el cambio climático. Y quienes son los paganos.

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