Río bravo

No se me ocurre sufrimiento más cruel que el provocado por el quebrantamiento de una amistad forjada por los años y la plena confianza

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Puede resultar tremendo el abismo que resulta al mirar atrás e intentar recordar la cantidad de personas que pasaron por nuestra vida, ataviadas con las mejores galas, prendas que una vez abrigaron la amistad. Ropa que nunca pensamos desteñidas, o convertidas en arapos. Desprenderse del recuerdo que marcó, el que una vez fue parte esencial en una vida, debe ser de las cosas más complicadas y duras de vivir. No se me ocurre sufrimiento más cruel que el provocado por el quebrantamiento de una amistad forjada por los años y la plena confianza, y es que no hay nada más hiriente que el abandono provocado por la traición de un amigo, con el que jamás pensarías que sucediera semejante atropello. Qué bonito es el afecto profesado entre dos, indispensable.

Ese cariño y devoción que late consciente en todo momento y suele salir indemne ante situaciones extraordinarias, enfrentándose a cada amenaza que pueda dañar el apego con suma consciencia y sacrificio, sin esperar nada a cambio. Como si del sheriff Chance, Colorado, Fathers y Cooper se tratara, jamás percibí tanta camaradería en momentos de tensión como la reflejada en Río Bravo (Howard Hawks, 1959). Ser un buen amigo no es tarea fácil, dinamitar ese cargo es aún más complicado, y darse cuenta de ello cuando todo ha volado por los aires, lo más duro de procesar. Tantas formas de amistad como perspectivas; basadas en la utilidad, placer o carácter, amigos íntimos, amigos cercanos, de conveniencia... Ay estos, estos que solo llaman cuando te necesitan, los que te buscan como respaldo al invadirles el hastío, escamosos que rápidamente se retractan de los planes si el designio de otro interesa más. Me pregunto si ha sido valorada por parte del respetable la relación amistosa que ha resultado pactada entre los políticos sonrientes de nuestra Región. Sí, queridos, los mismos que hasta hace poco gritaban a los cuatro vientos no precisar intercambio de servicios, estos señores que se tiraban los trastos a la cabeza, bajo graves y poco honrosas acusaciones, tipo la de vender y comprar voluntades, hoy son novios. Han hecho la corte y galanteado mientras su carabina andaba depistada, hasta sentir las flechas de Cupido atravesar su pecho. Vamos, que han pactado. Se han marcado un tratado plagado de planteamientos reaccionarios y negacionismo. Líbranos señor de dudar de sus buenas intenciones, aunque me da que al pin parental han empezado a temblarle las canillas. A priori, dan muestras de tener una relación fluida, pero poco o nada se mencionan conceptos tan coloquiales en nuestras tertulias, llámense ley de protección y recuperación del Mar Menor, violencia de género o definición de familia. En fin, no dejan de ser dos solteros libres votados en democracia, con nivel de instrucción y, seguramente, moral consciente para saber que la mujer del César, no solo debe serlo, sino parecerlo. Lo del altruismo en las nuevas amistades está por ver.

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