Salud | Boticaria García Farmacéutica y divulgadora científica

Boticaria García: "No hay atajos ni ‘dietas milagro’ que sirvan para perder peso de forma saludable"

«Sufrimos un ‘hambre emocional’ debido al mundo lleno de estrés en el que vivimos», asegura la farmacéutica y divulgadora científica

Presenta esta tarde en Murcia su último libro, ‘Tu cerebro tiene hambre’, en el que expone los cinco grandes cambios que ayudan a "perder grasa y ganar salud"

Marián García (Boticaria García) posa con el libro que presenta este viernes en Murcia.

Marián García (Boticaria García) posa con el libro que presenta este viernes en Murcia. / L.O.

Adrián González

Adrián González

Es una de las voces autorizadas para hablar sobre una buena alimentación y nutrición basadas en la evidencia científica. Marian García, más conocida como Boticaria García, visita esta tarde Murcia para presentar su último libro, Tu cerebro tiene hambre. Será a partir de las siete de la tarde en la Biblioteca Regional de Murcia.

La especialista conquense, que suma más de 600.000 seguidores en Instagram, hablará sobre su último trabajo, en el que aborda la obesidad, el adelgazamiento, nuevas dietas y mecanismos «para controlar y distinguir los distintos tipos de hambre». 

Para empezar, el título del libro que presenta esta tarde en Murcia es más que sugerente...

Toda la vida se ha utilizado mucho la famosa frase de ‘Menos plato y más zapato’ y se ha culpabilizado a las personas de que el que está gordo es porque quiere y no tiene voluntad. Quiero que la gente entienda que hay muchas razones por las que nuestro cerebro tiene hambre, más allá de que tengamos fuerza de voluntad o no. 

Dígame algunos ejemplos. ¿A qué tipos de ‘hambres’ se refiere?

Mira, existe el llamado ‘hambre emocional’. Cuando estamos estresados, se libera la hormona cortisol por nuestras venas. Esta hace que haya más grelinas (la hormona del hambre) y menos endorfinas (la hormona de la felicidad). Vivimos en un mundo rodeado de estrés por el correo electrónico, por los atascos, por los hijos, por la casa, por las familias, por las facturas… Todo eso provoca que tengamos ese ‘hambre’ que nuestro cerebro lo percibe como si fuera real, pero realmente no lo es. 

Luego está el ‘hambre ambiental’, como yo le llamo, el del ‘culo veo, culo quiero’. Este se da cuando, por ejemplo, uno termina de comer y ve una palmera de chocolate. Le va a apetecer darle un bocado porque se genera dopamina, que es la transmisora del deseo y de la anticipación del placer. Pero, sin embargo, esto no ocurre cuando le damos un bocado a un trozo de brócoli, por ejemplo. 

Por último, el ‘hambre hormonal’ es el más preocupante porque afecta, sobre todo, a las personas con obesidad al tener disminuida su sensación de saciedad y los receptores de dopamina. Esto se traduce en que una persona que no tiene obesidad se toma una palmera de chocolate y ya va bien, mientras que una con obesidad probablemente va a tener que tomarse dos de esas mismas palmeras para encontrar el mismo nivel de satisfacción.  

La pregunta que muchas veces surge a la hora de llevar una vida más sana: ¿importa por igual la alimentación que el ejercicio físico?  

Podríamos decir que la alimentación supone un 80% y el ejercicio un 20% en la pérdida de grasa, pero aquí la trampa está en que, si no tenemos ese 20% de ejercicio para generar músculo, no va a funcionar el resto. El 90% de las dietas fracasan entre los seis y nueve meses porque se hacen de forma restrictiva, en las que se pierde grasa, pero también mucho músculo. ¿Qué ocurre si hacemos una dieta muy restrictiva y perdemos músculo? Que cuando la persona vuelve a comer normal, nadie puede estar a una dieta de 500 calorías toda la vida, se encuentra con que su cuerpo tiene menos músculo y menos cantidades energéticas. Hay que decir que es realmente muy difícil generar un déficit calórico solo con ejercicio: para quemar esa palmera de chocolate dicha antes hay que correr una media hora. Si queremos quemar toda la comida solo haciendo ejercicio es realmente complicado. 

Luego están los mensajes erróneos o bulos sobre alimentación que se propagan ahora mismo por redes sociales...

Así es. Se viene hablando de determinados tipos de dietas muy restrictivas o depurativas a través de batidos u otros alimentos que pueden acabar derivando en trastornos de la conducta alimentaria. Por ejemplo, ahora está de moda tomar un chupito de vinagre antes de las comidas para bajar la curva de glucosa. Es verdad que si se mide con un sensor tras tomarlo, sí que se da un nivel más bajo, ¿pero qué importancia significativamente clínica tiene esto para la vida de una persona sana? Realmente no hay evidencia de que sirva. No significa que esto vaya a tener un gran impacto metabólico. De hecho, tú puedes conseguir esa curva más baja tomando fibra, comiendo frutas, verduras u hortalizas, que es donde hay que poner el foco. Es importante que la gente sepa que no hay estrategias, trucos, ni ‘dietas milagro’ ni atajos que sirvan para perder peso de forma saludable. Al final, juegan en contra y se acaba perdiendo el tiempo.  

Hay charcos donde elijo no meterme porque a veces las redes sociales son puro fango"

¿Y qué hay del ayuno intermitente?

Es un tema en el que me he mojado bastante a costa de llevarme algún disgusto. El ayuno intermitente es una estrategia que puede ser válida y puede tener beneficios para la salud, pero no es para todas las personas y hay que hacerlo con un asesoramiento. Yo explico en el libro esos pros y esos contras. 

En su caso particular, tiene una presencia más que notoria en redes sociales a la hora de comunicar y divulgar información o contenido de alimentación saludable. Debe ser toda una responsabilidad... 

Ahora estoy tras una pantalla, pero en el fondo yo hago lo mismo que hacía hace unos años cuando estaba tras el mostrador de una farmacia: transmitir mensajes de salud basados en la evidencia científica. Mi método de estudio para dar consejos a 60 personas en una farmacia era el mismo que el que tengo ahora cuando los doy para más de 600.000 personas en Instagram. No siento una mayor responsabilidad porque mi rigor es el mismo, pero sí elijo mejor mis batallas porque, bajo el anonimato, la gente es mucho más agresiva al otro lado de la pantalla que al otro lado del mostrador. Es decir: hay charcos donde elijo no meterme porque a veces las redes sociales son puro fango.

Precisamente en las redes se dan cada vez con más frecuencia mitos y prejuicios sobre problemas como la obesidad o el sobrepeso...

Sí, sabemos que los bulos se propagan con mayor rapidez que los mensajes basados en la evidencia. Pero esto no me desanima. Yo vengo de tierra de Quijotes y cada día lucho contra gigantes, que no molinos. Ni los chupitos de vinagre, ni el agua con limón en ayunas me parecen el verdadero enemigo. El problema real son las personas que quieren lucrarse con el negocio de la insatisfacción corporal. Y ahí deberían actuar las autoridades sanitarias. 

Justo con lo que comenta, el Gobierno ha entrado a actuar ante esta problemática con la llamada ‘Ley de influencers’, que deberán de indicar por ley las publicidades que hagan de diversos contenidos o patrocinadores, entre otras cuestiones. ¿Qué le parece la medida? 

Me parece muy importante que se identifiquen los contenidos publicitarios, especialmente en el terreno de salud. Pero también creo que la palabra ‘influencer’ es un saco donde cabe mucho malo y mucho bueno. Todo lo relacionado con ‘influencers’ suele tener mala prensa y, sin embargo, hay muchas personas creando contenido de gran interés y es lícito que quieran tener retribución por ello. Al que se ríe de los ‘influencers’ e infravalora su trabajo le animaría a convertirse en uno…